Nuestra canción - YunJae



- Pero no sé bailar –Jaejoong me miró con ojos temerosos. Parecía un niño pequeño contando su más íntimo secreto.

- ¿Quieres aprender algo en especial? –me acerqué a mi celular y lo conecté con el estéreo. Entré a mi lista de música favorita; con Jaejoong no tenía problema alguno en que supiera la música que escuchaba.

- ¿Vas a enseñarme? –se acercó a mí con una gran sonrisa. Por algún motivo lo miré y parecía que todo en él brillaba de más.

- Sí. ¿Qué clase de compañero de apartamento sería si dejo que te ridiculices en público? –dejé mi celular sobre las bocinas. Esperaría a que Jaejoong me dijera que estaba listo.

- Gracias por eso, oye. –Ambos reímos. – Pero… agradecería mucho que me ayudaras aunque sea con algo –bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior. Esa maldita manía que comenzaba a tener reacciones en mí.

- ¿Con qué te gustaría empezar? –volví a tomar mi celular, esperando por su respuesta.

- ¿Podría ser algo que se baile en parejas? –me sorprendí por ser tan directo. Pensé que empezaría por algo con más ritmo, pero igual lo ayudaría.

- Bien. –Escogí una de mis canciones favoritas. No sé muy bien por qué precisamente escogí Sad Song de We The Kings, pero le encontraba un ritmo ideal. – Dame tu mano.

Nervioso, me brindó su mano derecha. Lo acerqué un poco más a mi cuerpo, tomando su otra mano y llevándola sobre mi hombro, no podía dejar pasar el sonrojo que aumentaba cada vez. Llevé mi mano hacia su cintura; solía tomarla para fastidiarlo, pero esto era diferente.

- Cuando yo mueva mi pierna derecha hacia delante, tu izquierda debe ir hacia atrás y así sucesivamente. Con ambos pies. –Volví a hablar.

- ¿Cómo? –su rostro reflejaba toda su confusión. Pero el baile trataba más de sentirlo que explicarlo, por lo que comencé a mover mis pies con la música.

Al principio comenzó un poco torpe, pero cada vez era mejor siguiéndome el paso. O Jaejoong aprendía muy bien o había algo entre nosotros que conectaba en el baile.

- ¡Lo estoy haciendo! –su felicidad fue enorme cuando comenzamos a girar por el salón, cada paso un poco más rápido.

- Lo haces muy bien, Jaejoong. –La sonrisa en mi rostro comenzaba a doler, pero no podía quitarla. Jaejoong me había contagiado con su felicidad.

- Yunho, ¡realmente puedo hacerlo! –me rodeó el cuello con sus dos brazos. Cuando la música se volvió un poco más lenta e íntima, bajamos el ritmo. 

Realmente teníamos una conexión bailando. Y me asusté un poco.

Jaejoong se estaba preparando para su cita con el chico que había conocido unas semanas atrás. Había olvidado su nombre porque no me parecía importante saberlo, pero su rostro llegaba a mí cada que podía; no me gustaba para nada.

En todos los años en que habíamos vivido juntos lo vi nada más que mi compañero de apartamento y luego mi amigo. ¿Por qué de pronto mi corazón comenzaba a atormentarse por la aparición de otro hombre en su vida?

Jaejoong tenía derecho de salir con quien deseara, incluso yo lo había hecho y él nunca comentó ni evitó que lo hiciera. Y no era la primera vez que me enteraba que un hombre le había coqueteado; incluso supe de alguno que otro encuentro sexual que tuvo con alguno de ellos.

Pero ahora me sentía enojado, con algo de miedo quizá. Pero no lo entendía.

Jaejoong y yo no podíamos ser nada más que amigos. Somos tan diferentes del otro que lo que sea que suceda entre nosotros, no duraría demasiado. Prefiero tenerlo a mi lado para siempre como un amigo, a tener nada más que cinco minutos de su amor.

¿Amor?

¿Realmente pensaba ese sentimiento en Jaejoong? Podía sentir deseo, era un hombre demasiado guapo, que sólo un tonto podría rechazarlo. Podía quererlo, puedes querer a un sinfín de personas y eso no te compromete más a que ser una buena persona con ella.

Pero amar era ya otra categoría. Dudo estar capacitado para sentir y desear algo así de Jaejoong.

- ¿Las cosas van muy en serio con ese chico? –pregunté cuando nos sentamos en el sofá a descansar, con vasos llenos de jugo.

- Kwangji. Ya debes recordarlo –me respondió con una sonrisa. Como si el que no recordara su nombre fuera algún problema de memoria. – Es probable que lo veas más seguido.

- ¿Por qué? –mi pregunta sonó algo desesperada, pero no podía controlarme por más que quisiera.

El sonido del timbre de nuestro apartamento nos hizo dirigir nuestras miradas hacia la puerta. Había llegado el tipo ese.

- Ya vino por mí. Gracias por tu ayuda, Yunho –terminó de beber de su jugo y dejó el vaso sobre la mesa frente a nosotros. 

Dejé mi vaso y comencé a levantarme para tomar mi celular y salir un momento a otro lado para no pensar en Jaejoong y su cita.

- Te ves algo agitado, Jaejae –mi rostro se deformó un poco al escuchar ese apodo. 

- No es nada, Kwangie –escuchar la risa de Jaejoong luego de ese apodo hizo que me detuviera y analizara mis movimientos.

Se había marchado, pero yo seguía en mi lugar. Llevábamos casi ocho años de compartir un lugar juntos y pocas veces nos habíamos tratado con apodos cariñosos. Claro que antes no me importaba como ahora.

Pero, ¿por qué?

Tomé mis llaves y me marché a un bar mientras llamaba a Yoochun y Changmin, mis compañeros de bebida y muy grandes amigos después de Jaejoong.

- ¿A quién le debemos la bebida hoy? –preguntó Yoochun cuando nos entregaron nuestras cervezas. Dudaba en responder, ya que ambos conocían a Jaejoong, y Changmin era novio del hermano menor de él, Junsu.

- Jaejoong –ambos dejaron de beber cuando respondí.

- ¿A qué te refieres? –Changmin tomó un poco de las botanas del centro de la mesa.

- ¿Qué no Jaejoong está saliendo con un tipo? –Yoochun me analizaba cada vez más. - ¿Ahora vas a decirnos que no soportas al tipo? –no respondí.

- ¿Es eso? –Changmin tomó de su bebida. - ¿Al fin te das cuenta de lo que sientes?

- ¿Disculpa? –lo miré sin comprender.

- Todos sabemos que babeas por Jaejoong, menos ustedes dos –respondió Yoochun en su lugar. – Incluso Junsu se dio cuenta la única vez que visitaste su casa hace dos navidades.

- El nalgón ese incluso me confesó que quiso conquistarte pero al verlos a ustedes tan cariñosos supo que había algo –Changmin respondió con algo de rencor. Eso era algo que realmente no me esperaba.

- ¿Algo que pasa entre nosotros dos? –me puse a pensar en lo que Jaejoong y yo podíamos tener. Pero la palabra amigo no dejaba mi mente, aunque sentía que aquella palabra era muy poco para lo que vivíamos y compartíamos.

- Una vez abordé a Jaejoong con el tema pero lo negó inmediatamente. –Yoochun tenía un tono de incrédulo. – Nunca vi a nadie tan desesperado por negar algo tan obvio. 

- Son un par de idiotas, completamente. –Changmin lo apoyó.

Todos nos conocíamos desde hacía tiempo, la universidad nos había unido. Y siempre supe que el compartir con Jaejoong era diferente que con los que tenía frente a mí. No sé si fue porque compartimos habitación y luego apartamento, o porque todo tenía un color diferente a su lado.

Pero siempre lo justifiqué con eso. Para mí, no había algo más entre nosotros que eso. 

Y sabía que Jaejoong pensaba igual.

Aunque ahora con lo que me pasaba, deseaba que Jaejoong tuviera otro pensamiento acerca de mí. Pero la tenía difícil si lo que me dijo antes de marcharse era cierto.

Decidí olvidarme de todo bebiendo más de la cuenta. Poco podía sentir y hablar correctamente, que los chicos me ayudaron a llegar al apartamento y acostarme en mi cama. Luego de eso sólo pude sentir unas manos checando mi frente y luego acobijarme como se debía.

Y luego la canción.

Me dije a mí mismo que era mi canción favorita y por algún motivo, el nombre de Jaejoong también apareció en mi mente. Traté de abrir mis ojos pero veía borroso.

Pero entre todo eso, figuré el rostro de Jaejoong frente a mí. Era tan hermoso y angelical que no podía ser más que un sueño. Él debía estar divirtiéndose con el idiota de turno. Volví a cerrar mis ojos y comencé a tararear la canción, cantándola por partes.

Por suerte nadie fue testigo de mi horrible actuación.

Al día siguiente, amanecí con un horrible dolor de cabeza. Cuando llegué a la cocina, miré a Jaejoong como todas las mañanas, de espaldas a mí y preparando algo extremadamente delicioso.

Así era como habíamos sobrevivido. Él cocinando para los dos, mientras que yo hacía los quehaceres. 

- Buenos días –dije con algo de pesar. Quería seguir en cama y quizá sólo así mi dolor de cabeza desaparecería.

- Buenos días –la voz de Jaejoong sonaba algo apagada. ¿Habría sucedido algo en su cita? – En un momento estará el desayuno.

- Mi cabeza duele mucho –me recosté sobre el desayunador, si por mí fuera, me hubiera tirado al suelo pero Jaejoong dejaría la comida por levantarme.

- Hice una excelente sopa que hará que olvides todo dolor –su voz tenía algo de alegría. Lentamente me incorporé en mi lugar; Jaejoong lograba darle luz a mis peores resacas.

- ¿Qué tal tu noche? –no pude aguantar más en preguntarle. Ambos nos encontrábamos con nuestros respectivos platos de comida.

- Bien… supongo –comenzó a tomar su sopa, sin mirarme.

- ¿Por qué lo supones? –mi dolor de cabeza pasó a segundo plano. Si ese idiota le había hecho algo, conocería al Jung Yunho que no conocía de respeto y tolerancia.

- Bueno… -dejó de comer y mordió su labio inferior. Estaba inseguro si debía contarme o no; siempre hacía eso cuando dudaba sobre algo. – Me llevó a su apartamento en lugar de un restaurante, como había dicho antes. Según él, para que fuera una velada tranquila. Pero realmente quería ir a otro lado. –Traté que mi enojo se mantuviera al margen.

- Quizá no encontró el lugar adecuado –odiaba defender a ese idiota. Pero si decía algo en su contra, Jaejoong me haría un enorme interrogatorio.

- Además… -bajó más la mirada. ¿Qué más había sucedido? 

- ¿Te hizo algo? –me levanté de mi lugar y llegué a él para darle un fuerte abrazo. Pude sentir un sobresalto de su parte, y si eso era por lo que ese idiota le había hecho; ya no vería la luz del día.

- Me dijo que me mudara con él. –se giró para mirarme a los ojos. - ¿Qué piensas de eso?

- ¿Qué pienso de eso? –me alejé un poco de él. Mi dolor de cabeza regresó, y con mayor intensidad. - ¿Quieres vivir con él?

- Bueno… -jugaba con sus manos. Estaba más nervioso. – Hemos vivido mucho tiempo juntos, supongo que será extraño vivir con alguien que no seas tú –sonrió nervioso.

Para mí es más extraño no tenerte a mi lado.

Mi mente me repetía eso a cada segundo. Pero no podía decirle algo así; ¿y si su verdadera felicidad estaba al lado de ese hombre? Llevan mucho tiempo saliendo y compartiendo con fines de volverse una pareja. No puedo quitarle eso a Jaejoong simplemente porque ahora me molesta que comparta con alguien más.

¡Sí, eso debe ser! Puedo estar sintiendo celos de amigos, pero el que comparta con otro tipo no significa que perderé su amistad. Jaejoong siempre será mi amigo, ¿verdad?

- Bueno, si irte con él es lo que quieres… ¿quién soy para detenerte? –mi sonrisa no pudo ser más hipócrita. La mirada de Jaejoong oscureció un poco.

- ¿Por qué preguntas quién eres? –oh, oh… ¿lo molesté? - ¡Eres mi mejor amigo! La persona que más ha estado conmigo, y no sólo físicamente. Lo nuestro va más allá de una amistad, Yunho…

Hubo silencio por parte de ambos.

- Lo lamento.

Era muy temprano como para querer pasar todo el día peleado con él.

- Ya no importa. –Se levantó de su asiento y tiró lo poco que le quedaba de su desayuno. Que gracias a mí, no tocó demasiado.

- Yo… -exhalé. – Yo sólo quiero que seas feliz, no importa si decides vivir con otra persona o no. 

- El fin de semana que viene, haremos una pequeña prueba de cómo sería vivir juntos. –Ambos nos dirigimos hacia la sala.

- ¿No iríamos a la fiesta que Junsu está organizando? Sigo sin comprender por qué la hace –me senté molesto en el sofá, algo lejos de Jaejoong.

- Es porque Changmin finalmente obtendrá su título. –Demonios, me recordará el que no lo haya felicitado antes. – Junsu sabe que llegaré con Kwanje, así que no hay problema.

- Sí… eso creo.

Jaejoong encendió la televisión, y luego de eso, nadie habló nada. 

El lunes nuevamente llegó y cada uno se dedicó a su trabajo. O eso trataba de hacer, odiaba que ambos tuviéramos el fin de semana libre de trabajo; y el que se venía no sería tan agradable para mí.

El sólo pensar en la ida de Jaejoong hizo que tuviera algunas llamadas de atención por parte de algunos compañeros de la oficina. Una parte de mí deseaba que aquel intento fallara. Que Jaejoong notara algo que hiciera que aquella relación no tuviera un futuro.

Pero desear la infelicidad de Jaejoong era algo que mi corazón no podía tener. Mi mente siempre fue que mandó ese tipo de cosas. Pero realmente deseaba que Jaejoong tuviera toda la felicidad del mundo, sin que yo tuviera que entrometerme.

¿Por qué me molestaba tanto éste chico en especial? ¡Joder!

- Yunho, recuerda que hoy saldremos a comer.

Incluso había olvidado la salida semanal. Era miércoles y por suerte yo no tenía que pagar en ésta salida. Quizá lograra despejarme un poco de todo.

Realmente no supe en qué momento llegamos al restaurante; era uno familiar, después de todo. El rostro de Jaejoong siendo feliz atormentaba de sobre manera mi cabeza. Debía situarme en el ahora, de lo contrario podía pasar algo peor.

- Chicos, quiero que todos sean callados y miren hacía la tercera mesa que está de izquierda a derecha. –Nadie fue obvio para mirar hacia dicha mesa –Chicos –regañó entre dientes.

¡Mierda! ¿Ese no era el tipo que se supone es pareja de Jaejoong? ¿Qué hace comiendo con una chica? ¡Y tan acaramelados!

Bien, bien… puedo estar mal interpretándolo todo. Sin duda puede ser mi cerebro metiendo ideas para luego llegar con Jaejoong y arruinar toda su relación; puede ser su hermana, incluso.

- ¿No es Joo Kwanje? –preguntó otro de mis compañeros. Vaya, gracias por confirmar lo que mis ojos decían.

- ¿No se supone que es gay? –una compañera preguntó. ¿Realmente decían eso de él? 

- Claro que lo es –volvió a hablar la chica que nos avisó de su presencia. – Sale con ese tipo de mujeres algunas noches para ocultar su relación. Aunque dicen que su actual pareja es más hermosa que cualquiera de las otras mujeres. Yo no lo creo.

- ¿Por qué tanto interés en ese hombre? –me atreví a preguntar. Según yo, Jaejoong salía con otro insignificante hombre. ¿Acaso había salvado la vida de alguien para ser reconocido?

- Yunho-ssi. Estamos hablando de Joo Kwanje. El heredero de la tercera empresa más grande en toda Corea del Sur, muy pronto llegará al mercado asiático –respondió la chica que se encontraba a mi derecha. Nunca me había sentido tan regañado en mi vida, y por culpa de ese idiota.

- ¿Y realmente es gay? –vaya que sí lo sabía. - ¿Lo han visto con su pareja?

- Algunos dicen que sí, pero no han logrado tomarles alguna foto –respondió otro compañero. – Él influye para que toda prueba sea eliminada. 

- ¿Y los reporteros no lo siguen todo el tiempo? –si se había atrevido a llevar a Jaejoong a vivir con él, debía saber si corría algún peligro.

- A la prensa le importa más lo que los idols hacen con su vida. Estoy segura que los mismos padres de ese muchacho compran a algunos periodistas para ocultar ciertas cosas –otro comentó.

Por suerte todos dejaron el tema cuando la comida llegó y Kwanje se marchó con esa chica. Su quedaría guardado por un poco tiempo, pero ya poco me importaba. Al regresar a casa debía preguntarle algunas cosas a Jaejoong, no me gustaría descubrir que Jaejoong fuera escondido cuando lo más que deseaba era ser libre por amar.

Al llegar al departamento todo estaba oscuro.

- ¿Jaejoong? –no obtuve respuesta.  ¿Se habría ido a dormir ya?

Me dirigí hacia mi habitación, dejando todo a oscuras. Preparaba todo para mi baño cuando escuché unos pequeños golpes en la sala. Con una jodida si alguien había entrado e intentaba robar algo.

Tomé mi, poco usado, bate de béisbol y me dirigí a la sala. Apreté el agarre en mis manos y encendí las luces. Lo que mis ojos miraban me dejó con algo de asombro.

Eran Jaejoong y el tipo que horas atrás cenaba con una mujer, sobre el sofá. Las ganas para quebrarle el bate sobre su cabeza no me faltaban, pero Jaejoong se encontraba encima de él y no sería tan fácil de llegar a mi objetivo.

- Y-Yunho… creí que no estarías –Jaejoong se quitó rápidamente. – Kwanje ya se va, así que –su risa nerviosa me importó poco. Quería golpear con total fuerza a ese tipejo.

- Nos vemos luego, Jaejae –el tipo siquiera se despidió de mí y se largó. Bien, quizá hizo lo correcto o lo habría matado.

Miré a Jaejoong y sus mejillas sonrojadas me dieron mucho más enojo. ¡Con un demonio! Tiré el bate al suelo y caminé hacia mi habitación; no le dije nada a Jaejoong y me encerré en lugar seguro.

- Yunho… -Jaejoong me habló desde el otro lado de la puerta. – Sé que dijimos sobre no traer a nadie a casa; pero realmente creí que no estabas. Lo lamento mucho.

- Como sea –murmuré sin pocas ganas de hablarle. Nuestro acuerdo no era lo que me tenia molesto

- No volverá a repetirse.

Porque no estarás más en casa.

¿Mente, no puedes molestar a alguien más que no sea yo? ¡Por supuesto que no!

Lo que quedó de la semana, ni Jaejoong ni yo nos dirigimos la palabra. Supongo que así se darían las cosas luego de que se mudara. En algún momento ya no mantendríamos contacto y lo que alguna vez hubo entre nosotros se habrá esfumado con el tiempo. 

El viernes en la noche llegué temprano del trabajo. Para mi mala suerte, cuando Jaejoong se marchaba a la casa del idiota de Kwanje.

- ¿Jaejoong?

- Espérame en el auto. 

- Asumo que nos veremos mañana –me adentré a mi departamento. No sabía por cuánto sería nuestro, por lo que debía acostumbrarme ya.

- Así será –me sonrió una vez más. – No dejes de comer sólo porque no estaré, ¿bien? Nos vemos mañana.

- Nos vemos mañana –nos despedimos como si fuéramos cualquier desconocido. Sin ningún abrazo o anécdota de alguna gran aventura nuestra.

¿O es que quizá pensamos que todo volvería a ser normal? 

Me dirigí directamente a mi cama, siendo absorbido por mis pensamientos y quedándome dormido con ellos. Ignorando totalmente de la gran cena que Jaejoong había dejado para mí en el desayunador.

- Yunho, bienvenido –Junsu me recibió con una  gran sonrisa. El hermano de Jaejoong nunca se cansaba de ser feliz. Era lo opuesto a Changmin.

 - ¿Y el festejado? –mostré mi regalo.

- En el jardín, hablando con Jaejoong –su sonrisa casi cegaba mis ojos. Pero ésta era apagada cuando se hablaba de la pareja de Jaejoong. – Y su tonto novio.

- Deberías tratar de hablar más con él. Se volverá tu familia en algún momento –alboroté su cabello. Junsu hizo un puchero, como siempre.

- Nunca. Jaejoong sabe que al único hombre que quiero que forme parte de nuestra familia, eres tú –se cruzó de brazos. Su declaración realmente me agarró por sorpresa.

- Realmente deberías tratar más con él –no era algo que me gustara. Pero debía ignorar lo que Junsu me había dicho. Jaejoong y yo… era una historia sin escribir.

- ¿Después de que me llamara mocoso? No lo creo. 

- ¿Cómo?

- Es algo que ni Changmin sabe, pero… por favor, no le digas a mi hermano ni Changmin. –Sus ojos se volvieron desesperados. – Si Changmin se entera, golpeará con todo a ese tonto y sé que Changmin resultará con más heridas.

- Me contarás mejor sobre esa situación luego, ¿está bien? –le hice prometer cuando llegamos al jardín trasero. No había muchos invitados, familia y amigos, principalmente de Junsu.

Yoochun estuvo gran parte de la velada conmigo. Hablamos de mucho y de nada realmente; fue una gran compañía para que yo no hiciera algo en contra de la pareja de Jaejoong. Aunque le comenté sobre mi salida con mis compañeros de oficina.

- Algo había escuchado al respecto. Bueno, después de todo es algo predecible, ¿no?

- ¿Por qué debe ser algo predecible? –me molestó su comentario. Jaejoong no merecía alguien así.

- Yunho, cálmate. No lo defiendo, si es lo que piensas. Pero míralo de alguna forma: es de las personas más ricas e importantes del país, y además gay. Corea del Sur no está para nada preparada para algo así. Esconder a Jaejoong sería lo mejor si realmente lo ama.

- No creo que lo ame.

- ¿Y tú sí? –no respondí. – Sé que no eres una de las personas más ricas de Corea del Sur, y que por tu posición no esconderías a Jaejoong. Pero tampoco irían por la calle tomados de la mano.

- Insultarían y mirarían mal a Jaejoong si hiciera algo así… -demonios, comenzaba a entenderlo pero no quería.

- Eso es lo que pasa con Kwanje. Todos deseamos que tú y Jaejoong sean pareja, pero las cosas están marchando así. Y si tú no dices ni haces nada, las cosas seguirán su rumbo.

¿Debería hacer algo pese a las fallas que podría tener en un futuro? ¿Por qué se me hacía tan difícil?

Todo apuntaba a que Jaejoong sentía algo por mí, a que yo sentía algo por él. Pero todos podíamos estar equivocados. Jaejoong había dichos innumerables veces que él y Yoochun eran almas gemelas; y muchos dicen que tu alma gemela es tu compañero de vida, pero ellos salen de esa regla.

Quizá era lo mismo para nosotros. No podíamos ser amigos, porque nuestros sentimientos eran más fuertes que eso, pero tampoco podíamos ser pareja porque sentía que algo faltaba. O quizá eran mis pensamientos.

O tal vez era el hecho de que todos querían etiquetar lo que Jaejoong y yo teníamos. 

Sin duda que ese pensamiento no estaba en mi mente el día en que Jaejoong se mudó definitivamente con el tonto ese. 

Mi sonrisa llegaba de un extremo a otro, tan falso como me sentía. Mi estómago sentía un extraño nudo y las palabras salían pocas veces de mi boca.

- ¿Recuerdas la canción que bailamos cuando te pedí ayuda? –dijo cuando terminamos de empacar sus cosas. Ya todo era definitivo.

- Es de mi favoritas, ¿cómo podría olvidarla? –ambos sonreímos, al fin podía hacerlo sincero.

- Será nuestra canción, ¿te parece bien? –me miró con los ojos más tiernos y hermosos que nunca veré en mi vida.

- Lo será. –Tomé mi celular y comencé a buscar nuestra canción. Era hermoso pensar como algo sería nuestro aunque ya no viviéramos juntos.

- ¿Qué haces? –recostó su cabeza sobre mi hombro. Cuanto deseaba que no se fuera.

- Escucharemos nuestra canción por última vez, juntos. –Le subí el volumen a mi celular y lo dejé sobre la mesa de centro y luego le di reproducir. 

- Lo dices como si nunca nos volveremos a ver –ambos escuchamos la primera estrofa.

- No volveremos a tener algo como esto, y eso está más que claro. –Tomé su mano y entrelacé nuestros dedos. Jaejoong y yo no necesitábamos ninguna etiqueta ni la aprobación de nadie para ser tan cercanos.

- Será así mientras lo permitas –volvió a mirarme a los ojos. Odiaba que lo hiciera, mis sentidos fallaban cuando sus ojos parecían leerme sin problema alguno.

El coro comenzó a sonar pero nosotros parecíamos escuchar algo más que eso. Nuestros corazones.

Nuestros rostros comenzaban a acercarse cada segundo que pasaba y el mundo seguía su rumbo. Sus labios parecían llamarme con una urgencia y necesidad que ni yo sabía que también sentía.

Pero el sonido de la puerta hizo que nos separáramos y fue cuando notamos que la canción ya no sonaba más.

- Deber ser Kwanje. –Jaejoong se levantó y fue a abrir la puerta.

Supe que todo había llegado a un final cuando la voz del otro se dejó escuchar en el departamento, comenzando a tomar algunas de las cajas que contenía las cosas de Jaejoong. 

Ayudé a ambos a bajar el resto de cosas y cuando ya todo estaba en el pequeño camión de mudanzas, supe que debía despedirme.

- Te sucederá algo malo si Jaejoong vuelve a mí con lágrimas, ¿de acuerdo? –Nunca me sentí tan bien amenazando a alguien. Después de todo, llevaba tiempo queriendo decir eso.

- Descuida, lo cuidaré muy bien. –Su sonrisa siempre sería hipócrita para mí. Como todo él.

- Nos vemos luego, Yunho –Jaejoong se despidió de mí con un fuerte abrazo. Uno que no deseaba romper nunca.

- Cuídate mucho, y no dudes en regresar si algo se presenta. 

- Lo tendré muy en cuenta –nos sonreímos por última vez y Jaejoong subió al automóvil que Kwanje manejaba y era seguido por el camión de mudanzas.

Todo fue definitivo cuando ninguno de los dos vehículos aparecía en mi vista. No sé ni por cuánto tiempo me quedé en ese lugar.

Pero yo también debía seguir con mi vida, como Jaejoong lo estaba haciendo desde hacía mucho.




Desde que Jaejoong y yo no vivíamos juntos, nuestras charlas duraban menos. Nuestros tiempos tampoco coincidían para siquiera vernos un par de segundos.

Mi vida comenzaba a ser tan aburrida sin ver la sonrisa de Jaejoong cada día, incluso mi alimentación era mala e irregular; no podía probar bocado sin recordar los deliciosos platillos que Jaejoong cocinaba para mí.

Siempre era comer afuera, algunos por negocios otros porque no deseaba regresar a casa y encontrarla tan vacía y sin calor.

De las pocas veces que logré quedar con Jaejoong para vernos y ponernos al día, había mentido demasiado. Le había dicho que todo iba bien conmigo, tratando de cocinar para sobrevivir, haciendo lo que normalmente haría.

Él parecía muy feliz. Mucho, a decir verdad.

Deseaba tanto preguntarle si el idiota ese no lo tenía oculto en alguno de sus apartamentos. Había sido noticia nacional el que se había comprometido con la segunda hija de otro de los hombres más influyentes de Corea del Sur. 

Aunque dicha noticia fue opacada por su rompimiento, una semana más tarde. Siempre me preguntaba cuánto amor tenía ese hombre por Jaejoong.

Nunca intentó ser cercano a ninguno de sus amigos, incluso había tratado un tanto mal a Junsu.  Aunque no podía culparlo de todo, nosotros no le permitimos que entablara alguna conversación decente en algún momento.

Estaba claro que ambas partes teníamos culpa por la situación que nos rodeaba. No frecuentaba tanto a mis amigos, todo era del trabajo a casa y de casa al trabajo. 

Una noche había salido temprano del trabajo, tenía en mente llegar a casa y dormir por todas las horas que había utilizado en pensar en cómo serían mis días con la presencia de Jaejoong todavía en ella.

Pero el ir a un bar se me había cruzado en la mente mientras caminaba de regreso a casa. Tomar unas cuantas cervezas no me haría daño. Además que necesitaba estar en otro lado que no fuera el apartamento.

Me senté en la barra, después de todo, quitaría espacio para las parejas y grupos de amigos que llegaran al lugar. Hablar conmigo mismo era en lo que me había perfeccionado en todos los meses que Jaejoong ya no estaba a mi lado.

Había tomado dos cervezas cuando decidí darle un pequeño vistazo al lugar. No parecía un bar de mala reputación, y era probable que lograra conseguir a alguien para entablar una charla, y posiblemente algo más. Sólo quería despejar mi mente por esa noche.

Restregué mis ojos varias veces cuando una figura se visualizó en mi vista.

Quizá estaba enloqueciendo, entrando a la etapa en la que miraba a Jaejoong por todos lados. Siempre sucedía en todas las películas, y mi mente no se encontraba tan bien que digamos.

Pero cuando dicho cuerpo comenzó a caminar hacia mí, con una gran sonrisa en su rostro, me congelé.

Me pellizqué discretamente el brazo, y al sentir el dolor que yo mismo me di, supe que no lo estaba soñando.

Jaejoong caminaba hermosamente hacía mí. O así lo veía; pero Jaejoong se veía hermoso incluso si lo único que hacía era respirar.

- No esperaba verte aquí –fue lo primero que sus hermosos labios pronunciaron. Cuanto había extrañado su voz.

- Claramente yo no esperaba verte aquí tampoco –actuaría como siempre lo hice con él. Pese a la distancia que sentía; era algo que no quería volver a vivir con él y haría lo posible para que fuera así.

- Necesitaba despejarme un poco –respondió antes de pedir un trago. 

- ¿Es muy agobiante convivir en pareja, no? –bromeé. Aunque esperaba que me dijera que realmente quería dejarlo; tomé de mi bebida para quitar esa idea de mi cabeza.

- Algo así –siguió mi broma. Se bebió todo el contenido de su copa y pidió otro trago. - ¿Vienes muy seguido por aquí? He venido desde hace días y te veo hasta hoy, así que…

- ¿Qué insinúas? –enarqué una ceja. Deseaba decirle que se detuviera de beber tanto, pero ya no me sentía con ese derecho.

- ¿Te has ligado a algunas chicas? –bebí para digerir su pregunta. Quizá el alcohol comenzaba a calar en mí y sentía como si fuera algún reproche.

- Quizá… -lo miré por unos segundos. Su ceño fruncido me dio ternura, aunque no lo pareciera. – Puede ser un sí, como también un no –mi respuesta no le agradó del todo.

- Bien, recuérdame a qué hora vienes para no presentarme –tomó más de su bebida. Jaejoong podía aguantar mucho antes de quedarse borracho.

- No hay hora específica para conocer a la próxima persona que será el amor de tu vida –decidí jugar un poco. Si era sincero, quería darle celos.

- Sí, por supuesto. –Bufó. Decidió pedir algo más fuerte para beber.

- Y cómo están las cosas con… bueno, ya sabes –decidí no nombrarlo, primero porque realmente no quería decir su nombre y segundo, porque alguien podría escucharnos.

- Bien. Todo bien. –Jaejoong tampoco mencionó su nombre, siquiera me regañó por ello.

- Muero por bailar –comenté luego de un pequeño silencio incómodo que se estaba formando entre los dos. Era lo menos que deseaba que pasara.

- Bueno, si lo dices por mí, no te detengo. Todavía estás a tiempo para irte a otro lugar y disfrutar más –hizo un brindis con su copa sin esperar a que yo respondiera.

- Pensaba hacerlo contigo, en realidad –le dije sin verlo. No supe por qué no me respondió, ni porque decidió no pedir otra copa más de licor si ya se había terminado la que tenía en mano.

Lo único que supe luego de eso, era que cada día nos veíamos en un reconocido bar gay de Seúl, para tener un poco más de privacidad sin que estúpidas ojos nos miraran como si fuéramos asesinos. Las charlas eran tranquilas y triviales, como cuando el idiota ese no había aparecido en la vida de Jaejoong.

Incluso hacíamos apuestas de a cuántas personas lográbamos ligar cada noche. Debo admitir que Jaejoong siempre lograba superarme por demasiado. Y no es que deseara ligar con más de la mitad de aquel bar, porque después de todo, los hombres no eran lo mío.

Excepto Jaejoong.

Aunque tuviera actitudes muy tiernas y cálidas, aunque su rostro y cintura me confundieran por momentos. Jaejoong era todo un hombre. De cuerpo y mente.

Durante la ausencia de Jaejoong, llegué a la conclusión de que lo deseaba porque no podía tenerlo. Quizá confundí su amistad; quizá pedía más de lo que él podía darme. Porque nunca hablamos sobre ser una pareja, aunque sea una broma.

Por ello no me alejé de él cuando me confesó que era gay. Guardaba mucho miedo, a decir verdad. ¿Pero quién quisiera alejar a alguien como Jaejoong de su vida? Y ahora que lo pensaba, si me dijera que en un momento me amó, yo volvería a enamorarlo.

Sé que no podré ser el mejor hombre del mundo, mucho menos para Jaejoong. Pero sin duda alguna, podría entregarle todo mi corazón y eso era algo que ninguna otra persona podría tener.

Creo que ese fue un pensamiento que me envolvió tanto que no me fijé cuando terminé en la cama con Jaejoong. La siguiente mañana mi cabeza dolía demasiado, creí que el dormir con Jaejoong había sido un sueño; pero descubrí que no fue así cuando salí de mi habitación.

El apartamento se encontraba ordenado y el lugar estaba lleno del aroma a comida casera.
Gran rastro de que Jaejoong realmente había estado en el lugar.

Lamentablemente, ya no estaba cuando ingresé en la cocina. Una nota fue lo último que vi de él en ese día.  Lo suficiente para que mi ánimo fuera el de antes.

No le había dicho a nadie que Jaejoong volvíamos a frecuentarnos, ni él me preguntaba por el resto de los chicos. Aunque asumí que Junsu le contaba lo necesario.

Esa noche volví al bar de siempre, pero él no llegó. Fue así por toda una semana y comenzaba a preocuparme. Pero sería lo normal después de todo.

Jaejoong tenía pareja, vivía con él. E iba todas las noches a un bar con su mejor amigo; enamorado de él secretamente. Y pasar toda la noche juntos tampoco había sido lo correcto. Aunque daba mi vida a que no pasó de besos y roces.

Pero para Jaejoong, eso ya era ser infiel.

Mi inocente Jaejoong~.

Ya me había resignado en que Jaejoong no volvería a nuestro bar. Aunque yo asistía todas las noches, para cerciorarme que realmente no iba.

Pero regresó. 

Jaejoong se presentó en el bar de siempre, con una sonrisa en sus labios. Como el Jaejoong que conocía. Y sabía que aunque fuera por esa única noche, quería guardar algo muy especial con él.

Aunque luego de eso me odiara y se alejara para siempre de mi lado; deseaba compartir una velada con él, como se lo merecía.

- Vamos a otro lado –no le di tiempo para que hablara ni bien lo vi. Lo saqué del bar y comencé a arrastrarlo hacia un restaurante que había conocido en un almuerzo de negocios. 

- Tienes suerte de que tenga hambre –habló cuando la comida ya había sido servida. – De lo contrario, ahora tuvieras unas horribles marcas en los ojos.

- Me gusta correr riesgos –le sonreí. Comenzando a servirle unos ingredientes en su pequeño plato. – Sólo quiero pedirte una cosa.

- ¿Qué? –comió lo que le ofrecí.

- Por ésta noche, quiero que finjas ser mi pareja –no respondió. No levantó su mirada. – Sé que suena tonto, difícil de creer además. Pero desde que conociste a… ese idiota, no dejo de pensar en nosotros como pareja. Quería negarme a eso, digo, somos amigos después de todo.

O eso creía.

- Pero me he dado cuenta que no es así del todo. Y aunque sea por ésta noche, quiero saber lo que sería tenerte como pareja. –Me di el valor para terminar de decir lo que tanto deseaba. – Sé mi novio por lo que dure ésta noche y madrugada, y prometo nunca más entrometerme en tu vida. Un novio con todas las de la ley.

- ¿Todas las de la ley? –hasta entonces, levantó su vista hacia mí y me miró confundido.

- Te lo diré cuando terminemos de cenar, ¿está bien? –le sonreí. Y comencé a comer como si aquella charla no había sido.

Le saqué temas para poder conversar. Su humor poco a poco volvía a ser el de antes, y lo disfrutaba.

Ni el idiota de su novio, ni el tiempo que llevaban juntos importó en ese momento. Ya todo se trataba sobre él y yo.

Aunque la noche tratara de verse tan corta, y mi tiempo con Jaejoong fuera muy reducido, aprovecharía todo de lo que el preciado tiempo me daba.

Cuando terminamos de comer, lo llevé a recorrer las calles de Seúl. Siempre me gustó la ciudad de noche, con luces rodeando los parques y la gente que caminaba pese a la hora y el clima. Compré un helado para él y otro para mí y nos sentamos en un parque para disfrutar de él y continuar con nuestra charla sinfín.

No quería ver la hora para saber con exactitud cuánto tiempo me quedaba con Jaejoong, pero las personas parecían desaparecer con cada parpadeo que daba. Y hasta el momento, lo que compartíamos parecía otra salida más de amigos.

Por lo que me atreví a besarlo, mientras miraba hacia la nada y su mente divagaba. Quizá me aproveché y no era bueno, pero él profundizó el beso y mi culpa se desvanecía.

No dijimos nada luego del beso, y caminamos en silencio hasta mi departamento. No fue por incomodidad, o así lo sentí. Por mi parte, no sabía muy bien qué decir o cómo decirlo. Porque no importaba qué dijera, Jaejoong tenía a alguien que lo esperaba en su casa.

Al llegar al apartamento, lo entré y comencé a besarlo nuevamente. Haría mis movimientos hasta donde él me lo permitiera.

- Yu-Yunho… -logró pronunciar entre los besos. Decidí bajarle a mi intensidad; podría lastimarlo y eso sería algo que no me permitiría.

- ¿Qué pasó? ¿Te he lastimado? –miré su cuerpo para buscar alguna señal de ello, pero él lo negó con su rostro.

- Yo… quiero pedir algo –bajó la mirada. Noté su sonrojo. – No sé si tú…

- Dime. No tengas miedo conmigo, Jaejoong –sonreí para que se sintiera cómodo. Después de todo, eran años desde que nos conocimos. Que compartimos mucho juntos.

- Sé lo que vendrá –mordió su labio inferior, tratando de calmarse para continuar. – Po… ¿podríamos colocar música mientras...? Y-ya sabes –murmuró.

- Por supuesto –me separé de él y conecté mi celular al estéreo. - ¿Algo en especial?

- Nuestra canción.

Mi mente duró unos segundos en procesar aquello. Desde que se había marchado no había vuelto a escuchar dicha canción. La que con tanto fervor Jaejoong la nombró como nuestra. 

Coloqué la canción para que se repitiera cuantas veces duráramos en el acto y volví a su lado.

Lo abracé por unos minutos, disfrutando su aroma, su calor, su cuerpo. Su todo. El simple hecho de abrazarlo y sentirlo entre mis dedos y saber que todo era real, hacía que mi corazón saltara a alturas inimaginables por la alegría.

Sin prisa alguna, lo despojé de su ropa, y él hizo lo mismo conmigo. Nos observamos por unos segundos para luego caminar hacia la habitación. La música estaba a un volumen considerable para poder seguir escuchándola.

Lo acosté lentamente sobre la cama y lo volví a observar. Jaejoong iba más allá de ser guapo o atractivo. Su belleza era algo fuera de éste mundo.

Y en ese momento, era mío.

Y para toda la vida, yo sería de él.

Volví a besarlo, bajando al cuello y hombros, para luego comenzar a dejar rastros por todo su cuerpo. Si el idiota venía y deseaba una pelea por ello, lo recibiría con todas mis fuerzas.

Me alegré tanto el no encontrar ninguna marca de sexo mientras recorrí su cuerpo. Mi corazón sabía que me habría detenido de todo si tan solo una marca estuviera en alguna parte. Y de no ser porque lo conocía tan bien, su marca de nacimiento bajo el mentón me habría engañado muy bien.

Creí que el hacerlo con un hombre sería muy extraño, pero bien dicen que cuando haces algo por amor, todo es diferente. Jaejoong no era un simple hombre, era mi Jaejoongie. 

El que me había robado el aliento la primera vez que lo vi pero que no pude notar. Mi confidente por muchos años, mi hermano, mi amigo, mi compañero. Mi todo.

Escuchar mi nombre saliendo de sus labios entre gemidos hizo que mi cuerpo reaccionara favorablemente. La temperatura aumentaba en los dos, y la desesperación también.

Poco a poco fuimos uno por esa madrugada. Ni nuestros nombres sabíamos cuando llegamos a la cima de nuestro placer. Los abrazos y besos nunca hicieron falta en el transcurso; como tampoco las palabras de amor.

No pude contenerme en decirle lo que sentía. Los te amo salían de mis labios a cada respirar. Deseaba sacarlos antes de arrepentirme, y vaya que lo hice.

Seguí acariciando y besando su cuerpo incluso después de terminar. Él dormía y yo no podía hacerlo, por miedo a abrir los ojos y no verlo más a mi lado. Y por ello aproveché la poca energía que me quedaba. Mis últimos suspiros siempre serían para Jaejoong.

Eran las diez de la mañana, domingo. Agradecía tanto que no era día de trabajo o ya estaría en busca de otro por el despido.

Abrí mis ojos con un enorme pesar, golpeándome la realidad de que Jaejoong no estaba a mi lado en la cama. Se había ido.

Y con él, todas mis esperanzas y anhelos. Había sido una noche corta, la más corta en toda mi vida. Pero guardaba mis mayores y preciados recuerdos de toda mi vida.

Aunque había vivido una pequeña fantasía, el tener así a Jaejoong me daba para vivir unos cien años más. Aunque me aferrara a algo que con el tiempo podría olvidarlo.

¿Pero cómo podría?

Si bien podría olvidar la noche, el no tener a Jaejoong en mi mente sería lo último que haría en mi vida.

Sin muchas ganas decidí levantarme de la cama, buscar algo en la cocina y mirar la televisión todo el día. Simplemente para aparentar.

No dejé de pensar en las horas que tuve con Jaejoong. Cada abrazo, cada suspiro y respiro. Todo parecía mentira.

Pero la magia siempre termina, siempre trae consigo una cláusula. Y llegaba mi tiempo de pago por aquella noche: debía seguir sin Jaejoong.

Mi vida volvió a ser igual de monótona. Trabajo y casa. Ya no volví a ninguno de los bares en los que me encontré con Jaejoong en el pasado, incluso rechazaba las salidas a comer que los chicos hacían.

Hasta que un día Junsu llegó al apartamento para implorarme que asistiera; que hacía mucho tiempo no nos veíamos y deseaba ponerse al día con todos.

¿Quién podría decirle no cuando se comportaba tan tierno?

Aunque llegué y me senté con ellos, mi mente seguía pensando en Jaejoong.

- ¿Realmente Jaejoong no piensa volver? –el solo mencionar su nombre hacia que volviera a la actualidad. No hablé, pero me dediqué a escuchar atentamente. - ¿Cuánto tiempo se separó ya?

- ¿No va para los seis meses? –preguntó Yoochun. ¿De qué hablaban?

- Ocho. –Respondió Junsu. – Le he pedido que vuelva a casa pero no quiere. ¿Hyung no te ha hablado de vivir juntos, Yunho-hyung?

- ¿Qué? –los miré atónitos.

- Vamos, sabemos que podrías ocultarlo pero sabemos todo de ustedes –insinuó Yoochun. 

- No sé de qué hablan –dije con honestidad. Deseaba que me lo aclararan.

- Chicos –un sonriente Jaejoong se sentó a la mesa con nosotros. Nadie me había dicho que asistiría. Y no es que me disgustara, pero me sorprendió bastante.

Y Junsu parecía disfrutar sobre eso.

Los tres parecían muy divertidos con toda la situación.

- Hyung, ya llevas para ocho meses desde que tu relación con Kwanje ha terminado. Exijo que vivas conmigo nuevamente –lo que Junsu dijo me dejó atónito.  ¿Jaejoong llevaba ocho meses soltero?

No tenía muy fijas las fechas en que nos encontrábamos, pero sin duda encajaban con los días en que nos veíamos. En especial nuestra noche.

A lo lejos escuchaba las voces de los chicos, siguiendo sus protestas contra Jaejoong; y muy a lo lejos, la música de la cafetería. Mi mente parecía muy lenta en procesar todo.

- Soltero, ¿eh? –preguntó con una sonrisa en mi cara. Como si nada habría pasado entre nosotros. Jaejoong sólo atinó a sonrojarse y bajar la mirada.

Nuestra canción comenzó a sonar en la cafetería y por un momento nos observamos a los ojos, sabiendo lo que significaba.

Jaejoong nunca estaría con alguien si terminaba siendo el segundo. Jamás trataría a alguien así tampoco; seguía siendo mi Jaejoong de alguna forma.

Me había ocultado su separación, pero de no haber sido así, quizá nunca habría actuado como aquella noche. Y aunque por un momento pensé en tomarlo como amante, sabía que tenía bastante de esconderse de ésta sociedad.

De ahora en adelante, lo conquistaría como se debía. Le daría lo que reamente merecía.

Todo empezaría de cero entre nosotros. Bueno, casi todo.

Porque ya teníamos una canción en común. Con eso puedes entablar una conversación con un desconocido, ¿cierto?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Gracias por dejar tu comentario!