Título: Un novio para noche buena
Autor: Marysabel
Pareja(s): MinSu, YunJae, HoSu, MinJae
Extensión: One-Shot (dividido en dos partes)
Género: Romance, comedia, navideño
Sinopsis: Tanto Junsu como Jaejoong desean ser el primero en decir sobre su preferencia sexual a sus padres. Pero no lo tienen tan fácil; entre no saber con exactitud si su hermano lo "traicionará" y la forma en que lo dirán, deben conseguir a alguien para que sus padres se convenzan de sus palabras.
N/A: Sí, one-shot porque no pondría 30+ hojas en una sola entrada 👀
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14 de diciembre, 6:58pm
− ¿Estás preocupado?
− Por supuesto. –Miró hacia su ventana, las luces navideñas le hicieron sonreír por un momento.
− Tranquilo, tus padres son más amorosos de lo que parece.
− ¿Estás loco? Jaejoong no puede decirles a menos que yo lo haga primero. –No entendía por qué su amigo no podía ver su problema.
− ¿De qué estás hablando? –Confusión total en su voz. Quizá Junsu realmente había enloquecido.
− Jaejoong NO puede decirlo antes que yo. –Soltó un suspiro para comenzar su explicación. – Si yo lo digo primero, notarán cuánto me costó decirles, sentirán incluso lástima por mí. Pero si uno lo dice y el otro lo sigue totalmente después, su enfado será enorme.
− ¿Crees que así son tus padres?
− No y no quiero averiguarlo. Yo debo ganarle a ese tonto. Todavía seguimos escuchando reproches del amorío de Junho con Yoohwan. –Maldijo cuando recordó que Yoochun era muy delicado respecto al tema.
− No me recuerdes a tu… hermano. –Contó hasta diez mentalmente para no insultar al otro.
− Necesito conseguir un novio para la cena.
− ¿Es una propuesta? –El ánimo de Yoochun cambió. Le encantaría fingir ser la pareja de Junsu y así vengarse, un poco, de Junho. Sabía cuánto se adoraban los gemelos.
− No, tonto. Mis padres sospecharían. Además, eres mi mejor amigo. Qué asco.
− ¿Por qué eres tan cruel, Susu~? –Yoochun fingió llanto. – Se supone que una pareja comienza como amigos.
− ¡Pero no nosotros! –Elevó su tono, Yoochun se carcajeó. – No me parece gracioso.
− Si no he tenido a nadie es porque así lo he decidido-
− Cállate. –Junsu ya estaba muy molesto. – Bien, colgaré. Ya me hartaste. –Yoochun volvió a reír. Era tan fácil y divertido hacer enojar al otro.
− Descansa, Susu-ah~
− Jaejoong les dirá a nuestros padres que es gay. –Junsu se tiró sobre su cama. Su oreja ya ardía por todo el tiempo que había estado hablando con Yoochun al teléfono.
− ¿Estás preocupado?
− Por supuesto. –Miró hacia su ventana, las luces navideñas le hicieron sonreír por un momento.
− Tranquilo, tus padres son más amorosos de lo que parece.
− ¿Estás loco? Jaejoong no puede decirles a menos que yo lo haga primero. –No entendía por qué su amigo no podía ver su problema.
− ¿De qué estás hablando? –Confusión total en su voz. Quizá Junsu realmente había enloquecido.
− Jaejoong NO puede decirlo antes que yo. –Soltó un suspiro para comenzar su explicación. – Si yo lo digo primero, notarán cuánto me costó decirles, sentirán incluso lástima por mí. Pero si uno lo dice y el otro lo sigue totalmente después, su enfado será enorme.
− ¿Crees que así son tus padres?
− No y no quiero averiguarlo. Yo debo ganarle a ese tonto. Todavía seguimos escuchando reproches del amorío de Junho con Yoohwan. –Maldijo cuando recordó que Yoochun era muy delicado respecto al tema.
− No me recuerdes a tu… hermano. –Contó hasta diez mentalmente para no insultar al otro.
− Necesito conseguir un novio para la cena.
− ¿Es una propuesta? –El ánimo de Yoochun cambió. Le encantaría fingir ser la pareja de Junsu y así vengarse, un poco, de Junho. Sabía cuánto se adoraban los gemelos.
− No, tonto. Mis padres sospecharían. Además, eres mi mejor amigo. Qué asco.
− ¿Por qué eres tan cruel, Susu~? –Yoochun fingió llanto. – Se supone que una pareja comienza como amigos.
− ¡Pero no nosotros! –Elevó su tono, Yoochun se carcajeó. – No me parece gracioso.
− ¿Qué harás, entonces?
− Buscaré. –Yoochun volvió a reírse con fuerza. Junsu realmente deseaba colgar el teléfono, pero necesitaba hablar.
− No has tenido pareja todo este tiempo. ¿Qué te hace pensar que en menos de once días tendrás a alguien? –Hubo un pequeño silencio. – En realidad, tienes diez días. El día ya está terminando.
− Si no he tenido a nadie es porque así lo he decidido-
− Lo que todos dicen~
− No sabes a dónde puedo llegar cuando saco mis atributos. –Se dio una victoria. Realmente no había coqueteado con nadie, ¿por qué no ahora?
− Ofrecer tu trasero a cambio de una cena familiar… no me suena a alguien como tú.
− Cállate. –Junsu ya estaba muy molesto. – Bien, colgaré. Ya me hartaste. –Yoochun volvió a reír. Era tan fácil y divertido hacer enojar al otro.
− Descansa, Susu-ah~
Junsu ya no respondió nada y colgó. No había pensado seriamente lo de conseguir una pareja para la cena. ¿Y qué si no conseguía a nadie para entonces? ¿Y si otras personas tenían la costumbre de cenar con su familia?
Esperaba que no. Después de todo, Navidad no era más que otro San Valentín pero con nieve y adornos raros.
Jaejoong sonrió ante la torpeza de su hermanito. Había escuchado su plan gracias a que Junsu no había cerrado su puerta. Y él no pensaba para nada decirles a sus padres sobre sus preferencias, pero ahora no parecía tan mala idea..
No mientras él fuera el primero que lo hiciera..
− No puedo creer que Junsu me traicione de esa manera.
–Jaejoong veía a su almuerzo. No se le apetecía nada pero debía ingerir algo.
El doctor se lo había ordenado.
− Parecen niños. –Heechul comenzó con su postre.
− Él fue quien comenzó. –Lo miró molesto. Dejó a un lado
su comida, ser acusado de algo que no era le quitó todo el apetito.
− Pero él es menor que tú, y el que sigas con su infantil
plan significa que también lo eres.
− Nos llevamos dos años nada más. –Volteó su cara,
molesto. Para algo tenía a sus amigos, para que le dijeran que él tenía la
razón. Geunsuk era más de ese estilo. Ahora extrañaba a su amigo, lástima que
había ido de viaje con su familia.
− Y ambos están en la universidad. Ambos están muy viejos
para pelear por quién saldrá primero del clóset. –Heechul lo analizó un poco
más. – Incluso eso es estúpido.
Jaejoong continuó mirando a las personas que caminaban
por el área de restaurantes de la universidad. Junsu era menor que él, y muchas
veces más inocente; pero el menor tenía razón en algo: sus padres no les
creerían a menos que tuvieran a alguien con ellos.
La filosofía de sus padres era de hasta no ver, no creer.
Incluso fueron así de lejos con sus hermanas mayores. Sus
padres estuvieron felices con sus relaciones hasta que supieron que iban a
casarse. Quizá era su forma para estar seguros que sus hijos serían felices
“para siempre”.
Pero los conocía muy bien, al igual que a Junsu. Él no se
ganaría el enojo de sus padres porque el otro había imaginado que saldría en su
tan importante y familiar cena de Noche Buena.
Una sonrisa apareció en su rostro cuando miró a un
compañero de su club de bádminton. Creía que Junsu le tenía una ventaja por
estar planeando cómo decirle a sus padres, pero ahora él tenía la ventaja
porque había conseguido al candidato perfecto para fingir ser su novio.
Heechul lo observó con miedo. Su amigo pocas veces tenía
esa sonrisa en su rostro, y cuando la observaba sabía que algo malo estaba por
venir.
− ¿Qué planeas ahora? –Jaejoong no lo miró para
responderle.
− Nada que Junsu no haga en un futuro. –Se levantó de su
asiento y corrió a su objetivo antes de perderlo entre tantas personas. −
¡Changmin!
El nombrado giró en busca de la persona que lo buscaba.
Maldijo en su interior cuando observó a su superior corriendo hacia él con una
gran sonrisa en su rostro. ¿No podía tener un almuerzo en paz ese día?
− Jaejoong-sunbae. –Respondió lo más cordial que pudo.
Moría de hambre y ese día una clase comenzaba más temprano que otros días.
− ¿Qué haces, Changmin? –Jaejoong estaba siendo más
encantador que de costumbre. Lo cierto era que nunca había hablado con el menor
durante las prácticas y menos fuera de ellas.
Changmin no compartía mucho, a decir verdad. Quizá se
debía a su carrera, aunque no sabía qué estudiaba; ya tendría tiempo para
averiguarlo.
− Espero tener mi almuerzo y terminar rápido. Dentro de
poco comienza mi clase. –Su sonrisa decía algo más, esperaba que Jaejoong lo
entendiera y dejara ir.
− Oh~ tan gracioso como siempre. –Jaejoong sonrió. −
¿Irás al club hoy? Hay algo que necesito hablar contigo. –Changmin lo miró con
extrañeza.
− ¿Sobre el club? –Se hablaba con una o dos personas del
club. Y todos ellos estaban de acuerdo que Jaejoong era... peculiar. ¿Será que
los habrá escuchado alguna vez? Imposible, no le estaría sonriendo como si le
fuera a invitar a ser su amigo o algo parecido.
− Algo así… −Dudó si darle alguna pista pero pensó que
eso podría espantarlo. Mientras más se quedaban sin hablar, más se preguntaba
si había pensado bien. – De todas formas ¿irás? Prometo que no será nada malo.
− Bien… intentaré ir. –Changmin como pudo miró la hora en
su reloj de muñeca, casi hacía malabares con su bandeja de comida y Jaejoong
parecía no notarlo. – Si me disculpa, debo irme ya.
Jaejoong iba a despedirse pero el otro se fue sin esperar
otra cosa del otro. Y mientras lo veía marcharse notó por qué lo pensó como
prospecto para novio: alto, elegante y masculino. Quizá un poco más delgado, pero nada que no pudiera
trabajarse.
Y quién sabe, quizá podrían llegar a ser pareja si
coincidían en varios temas. Regresó tranquilo a la mesa que compartía con su
amigo Heechul, con cada paso que daba más planeaba su supuesta relación. Porque
en su mente, Changmin ya había aceptado.
− ¡Lo odio tanto! ¿No puedo siquiera tener un cumpleaños
tranquilo? –Junsu deseó que tanto su hermano como el chico alto con el que lo
había visto hablar tuvieran una gran caída.
Era su cumpleaños, deseaba pasarlo en paz y no pensar que
tenía una meta que cumplir en esos pocos días. ¡Como lo odiaba! Todavía no
podía creer que fuera su hermano mayor y lo estuviera traicionando así.
Yoochun rodó los ojos y guió a su amigo a una mesa para
que no terminara arruinando su almuerzo especial (cortesía de la chica de
voluntariado de la cafetería que estaba “secretamente” enamorada de su amigo
gay). Yoochun rió por su pensamiento, pobre chica.
− Toma. –Le ofreció una caja envuelta en un papel
especial y moño. Esperaba que su regalo le calmara un poco los nervios y dejara
pasar lo que habían visto. Para él era nada, después de todo Jaejoong hablaba
con casi todos los chicos de la universidad.
− ¡Oh, muchas gracias! –Comenzó a abrir su regalo y sus
ojos brillaron cuando vio unos lentes de sol, una playera y un par de guantes,
todos en color negro. – Eres el único que me conoce tan bien. –Ordenó todo
nuevamente y guardó la caja en su mochila. Su regaló sufrió unos pequeños
golpes por todo el material que tenía pero ya que Yoochun estaba frente a él y
la mesa tapaba su vista de la mochila en el suelo le dio poca importancia.
− Y me duele que no me quieras como tu novio. –Yoochun
fingió dolor.
− ¿De qué hablan? −Sekyung, la novia de Yoochun, preguntó
mientras se sentaba con ellos. Miró a ambos buscando una buena explicación de
lo que acababa de escuchar.
− Junsu necesita una pareja para su cena familiar pero
dado su gran historial amoroso, debe fingir una relación. –Yoochun respondió
mientras se acercaba a su novia como si nada pasara.
− Y yo le he dicho que sería mala idea. –Recalcó. Sekyung
podía ser muy dulce y agradable, pero nadie era feliz al enterarse que alguien
podía serte infiel. – Además, yo puedo conseguir a alguien en estos días.
Yoochun no pudo evitar soltar una carcajada. Sus
acompañantes de mesa lo miraron con enfado.
− Junsu puede conseguir a alguien si así lo quiere.
–Defendió su novia. Ella creía en que cualquiera podía conseguir algo si así se
lo proponía.
− ¿Ves? Ahora no he estado con nadie porque no me he
dedicado a ello. –Sonrió ampliamente, con orgullo. – Tragarás tus palabras
cuando tenga a alguien.
Sekyung lo animó y Yoochun se mostró más escéptico sobre
su amigo. Lo quería, demasiado, pero algunas cosas debían ser claras: Junsu no
había estado con nadie porque ni siquiera notaba cuando una persona mostraba
interés romántico en él.
Algunos lo llamaban inocente en la vida, para él, su
amigo era algo… no, era muy tonto respecto a su entorno.
18 de diciembre, 2:01 pm
Junsu se encontraba estirando para comenzar con los
ensayos de su club de baile. Había pasado un fin de semana cansado, entre sus
trabajos de la universidad y seguir planeando lo que le diría a sus padres lo
tenía mentalmente agotado.
Pero todo se trataba de ganarle a su hermano.
Comenzó a darse leves masajes en su cuello por la tensión
que se le formó al recordar a, su ahora, rival. Se suponía que debías confiar
en tu familia, ellos serían siempre los que te apoyarían sin importar qué. Pero
Jaejoong ahora era se comportaba como su enemigo.
Incluso en la cena de la noche anterior estuvo distante y
sin hablarle mucho. Para variar le daba miradas que lanzaban cuchillos.
− Hola Junsu. –Su superior del club, llamado Yunho, lo
saludó con una enorme sonrisa. – Lamento decirlo tan tarde pero, espero hayas
tenido un buen cumpleaños.
− Muchas gracias, Yunho-sunbae. –Junsu sentía admiración
por el otro y se alegró mucho al ver que se recordó de su cumpleaños. Eso logró
que olvidara todo el mal de sus últimos días.
− ¿Te gustaría ir a comer al terminar las prácticas de
hoy? Claro, si no tienes clase después. –Yunho continuó estirando sus músculos.
– Dado que el viernes no pude verte…
− ¡Oh, no tiene por qué hacerlo! Su felicitación ya es
demasiado. –Sonrió como un tonto. Yunho era muy guapo, amable y tenía una
sonrisa que cautivaba a cualquiera. Tuvo
que sacudir un poco su cabeza para enfocarse otra vez.
− No te preocupes. De todo corazón quiero invitarte.
–Yunho seguía a la espera de una respuesta. − ¿Entonces?
− Está bien.
Yunho pareció querer decir algo más pero su maestro llegó
y comenzó con las prácticas. Junsu maldijo en su interior por no terminar de
estirar y dejarse llevar por la presencia de su superior.
Conforme pasaba la clase, los pensamientos de Junsu se
fueron más allá de seguir los pasos que debía practicar. De pronto se encontraba
en su cena de Noche Buena, con sus padres a la cabeza y sus hermanos alrededor
de la mesa. Pero principalmente, Jaejoong frente a él y a su lado a un chico
alto y orejón.
Como no había visto el rostro del otro, imaginó un signo
de interrogación donde debía ir la cara. ¿Al menos era guapo? Jaejoong parecía
ser de los que no salía con alguien que no fuera guapo. Pero no sabía a ciencia
cierta cuál era el tipo ideal de su hermano.
Mientras más pensaba en esa cena, más se imaginaba a
Yunho a su lado. Si lo pensaba bien, no sería una mala idea. Yunho era
perfecto.
Era agradable, educado y totalmente atractivo. Y a él no
le desagradaba para nada.
¿Pero sería muy inoportuno pedirle a su superior en su
primera salida ellos solos? Yunho realmente era una buena persona, pero a penas
y habían hablado más allá de sus prácticas. Quizá pedirle que lo acompañara en
una noche importante no sería bueno incluso si estuvieran en su segunda o
tercera o cuarta salida juntos.
¿Y si tenía pareja? Era posible, después de todo era
alguien muy atractivo. Pensar en eso le entristeció un poco. Había hasta
imaginado que su farsa había llegado a más y se convertirían en pareja de
verdad. Pero si Yunho ya tenía a alguien en su corazón sería algo imposible.
Por primera vez deseaba un mal a alguien: que Yunho se
encontrara solo para navidad. Bueno, era su segundo mal pensamiento. El primero
era sin duda que a Jaejoong le fuera mal con el chico orejón.
Su sonrisa malvada alertó a sus compañeros. Como si el
que dejara de bailar en medio del salón no había causado que algunos se
tropezaran y su maestro le gritara aunque el otro no prestara atención.
− Junsu… ¿te encuentras bien? –Yunho se atrevió a tocarle
el hombro para llamar su atención.
− ¿Eh? –Miró a sus compañeros. Algunos lo veían con
preocupación, otros con miedo y unos cuantos reían por lo bajo. Miró a su
maestro y se preguntó por qué se encontraba tan enojado. ¿Tan mal se ponía al
ver a uno de sus mejores estudiantes no seguir los pasos? – Me distraje un
momento, no volverá a pasar.
Todos pensaron que distraerse sería una palabra menor por
la mirada y actitud que el otro tenía segundos atrás. Ahora se cuidarían de él,
no mentían con respecto a que las personas más tranquilas son las más raras y
locas del mundo.
Yunho animó a que continuaran la práctica y le sonrió a
Junsu para que no se preocupara. Todos en algún momento dejaban volar su mente.
Junsu nuevamente pensó en lo encantador que era. Sonrió al pensar en que le encantaría
a su madre, sin duda alguna.
Club de bádminton, 3:25pm
Jaejoong miró la hora en su celular, otra vez. Quería tener
la cabeza de Changmin colgada en el asta más alto de todo el país y con letras
en su frente que dijeran “el idiota más grande del mundo”.
El viernes no se presentó en el club, ni siquiera para
disculparse ni nada. ¡Él se atrevió a dejarlo plantado! ¡Nadie lo dejaba
plantado! Y para variar, hoy tampoco se había presentado a tiempo. Ya ni sabía
por qué seguía esperando en el club, viendo como todos mejoraban sus técnicas.
Una sonrisa macabra apareció en su rostro cuando logró
ver a Changmin en la puerta del gimnasio. Changmin se arrepentiría por haberlo
dejado plantado y no habría excusa alguna para que le respondiera con un no a
su propuesta.
− Te esperé toda la tarde del viernes. –Fue lo primero
que dijo al entrar a los vestidores, donde Changmin detuvo todo para cambiarse
a su ropa deportiva.
− Lamento tener una vida fuera de aquí. –Rodó los ojos. Estaba
teniendo días difíciles y ahora venía su loco superior, al que nunca había
cruzado palabra con él antes, y prácticamente lo acusaba de algún falso crimen.
– Mire, Jaejoong-sunbae, nosotros no hemos hablado antes, no sé qué se propone
o desea con abordarme de la nada y además-
− ¿Te atreves a hablarme así después de lo que me
hiciste? –Elevó un poco la voz, no tanta para que nadie más quisiera ingresar a
los vestidores, puerta que había cerrado con llave al entrar. Ojalá Changmin no
intentara huir… aunque por algo lo hizo. Ninguno se iría sin que él obtuviera
lo que deseaba.
− Jaejoong-sunbae, escuche…
− No, tú escucha. –Se acercó a él, determinado y
despacio. – Tú no me conoces bien. Si yo quiero puedo hacer que mientras te encuentres
en esta universidad tendrás el momento más oscuro de tu vida. Nadie te hablará,
parecerá que no existes.
Changmin quería carcajearse. Bueno, eso solo le aseguraba
que Jaejoong no lo conocía para nada tampoco. No le constaba que lo que el otro
decía fuera cierto, pero de algo sí estaba muy seguro: él para nada tenía
relaciones que mantener en esa universidad.
Incluso se lo pensó mucho al unirse al club de bádminton.
Ojalá hubiera escuchado las advertencias que escuchó del loco frente a él. Pero
¿qué era lo que quería?
− ¿Qué quieres de mí?
− Nadie quiere perder su vida sociable, ¿cierto? –Sintió tener
una victoria. – Necesito que finjas ser mi novio para la cena que mis padres harán
para Noche Buena.
− ¿Qué?
− Mi estúpido hermano saldrá del closet esa noche pero yo
debo hacerlo primero o mis padres podrían matarme. –Se sentó a un lado de la
mochila de Changmin, el menor pensó en huir pero todo parecía una locura. Sacar
información siempre era bueno.
− ¿Consumes drogas? –Se sentó a su lado. Era divertido
ver otra cara de Jaejoong. Su rostro se veía algo tierno mientras lo veía con
las cejas juntas y la forma en que su labio se levantaba cuando hacía un
puchero.
− Lo que te digo es cierto. –Soltó un suspiro. Todos siempre
estaban asombrados cuando comentaba las costumbres de su familia. – Mis padres
creen que la familia es lo primero, incluso en navidad que uno debe pasarlo con
su pareja.
− ¿Y eso qué tiene que ver en que tú y tu hermano quieran
decir frente a todos sus preferencias? –Se cruzó de brazos. Imaginó la
situación y le pareció cómica la forma en que Jaejoong, y su hermano, quedarían
en ridículo mientras discutían por ser el primero en decirlo.
Qué importaba lo que esa familia pensara sobre él, no los
vería luego de esa cena.
− No sé por qué él cree que yo lo diré ese día. Pero hace
unos años pasó algo y mis padres acordaron en que no nos creerían nada hasta
que no tuviéramos una pareja oficial. –Lo miró suplicante.
− ¿Por qué yo?
− Eres guapo. –Lo dijo con sinceridad. – Hablas poco y
cuando respondes a algo eres atinado y cortante. Me agrada eso, perfecto para
una gran familia que le gusta meterse en la vida de otros.
− Ni siquiera sabes si me gustan los hombres.
− No importa si eres gay o bi o si odias al mundo y eres
asesino. –Changmin lo miró asombrado. ¿De verdad pensaba así? – Quiero que
finjas, no enamorarme de ti. No es por ofenderte pero no eres mi tipo.
− Ni tú el mío. Estás loco. –Bueno, quizá tenían algo en
común. Estaba loco por considerar aceptar. Pero él nunca aceptaba sin tener
algo a cambio.
− ¿Ves? Es perfecto. –Se levantó. – Ya que está todo
acordado…
− ¿Quién dijo que acepté? –Acomodó su maleta, listo a
salir en cualquier momento. Sabía que Jaejoong había cerrado la puerta. Se divertiría
con lo que le pediría al otro por aceptar.
− ¿No te quedó claro? Arruinaré tu vida universitaria. –Volvió
a su mirada amenazante. Changmin sintió ternura por el otro. No tenía idea siquiera.
− ¿Has investigado sobre esa supuesta vida universitaria?
–Adoraba ser centímetros más alto que el otro, mirar la forma en que trataba el
otro de no intimidarse por su tamaño le parecía encantador. – Busca si quieres,
pero te ahorraré un poco de tiempo: no tengo a nadie para que puedas alejarme
de ella. En cambio, si tanto deseas que yo acepte, deberás ser mi asistente por
dos meses.
− Nadie es tan solitario aquí.
− ¿Seguro? –Se acercó a la puerta y quitó el seguro. Jaejoong
se avergonzó porque el menor no se quejó o hizo un escándalo de ello. – Y una
cosa más. Después de los dos meses, no quiero que vuelvas a hablarme. Nunca.
Changmin se marchó de los vestidores y el gimnasio. Si Jaejoong
estaba muy desesperado lo volvería a buscar. Realmente necesitaba a alguien
para
ordenar su vida estudiantil, le vendría bien ayuda sin paga.
ordenar su vida estudiantil, le vendría bien ayuda sin paga.
Y si Jaejoong no volvía a buscarlo, se resignaría con
dicha ayuda. Después de todo, él no había pedido que el otro le hablara tan
familiar y mucho menos quería algo así.
− ¿Eso significa que aceptó? –Jaejoong se quedó algo
confundido. Su plan de chantaje se le había girado hacia él.
Seúl, 7:15pm
Junsu había dejado de comer justo después de que Yunho se levantó para atender una llamada. Su superior lo había llevado a un local callejero para cenar; le fascinó saber que el otro tampoco bebía alcohol con regularidad. A él no le gustaba el alcohol, y estar con alguien que pudiera platicar sin necesidad de ello le parecía magnífico.
También se enteró que tenían muchas cosas en común, habían incluso hablado acerca de sus familias y si tenían o no pareja. Le sorprendió mucho enterarse que Yunho se encontraba soltero, después de todo su superior conocía y veía que hablaba con muchas chicas en la universidad.
Quizá estaba de suerte, pero no tanta. En todo el tiempo en que Yunho duró con su llamada, él planeaba futuros escenarios para decirle que fingiera ser su pareja.
− Lamento haber tardado. –Yunho volvió con una sonrisa y una disculpa en su mirada. Observó a su acompañante, que parecía estar en otro lugar que no fuera ese. − ¿Junsu?
− ¿Qué? –La mirada, y atención, del menor volvió al lugar donde se encontraba. Su respiración comenzó a ser más agitada, frotaba sus manos entre sí para darse algo de valor. Yunho lo miró extrañado.
− ¿Pasó algo mientras no estaba? –Miró por todo el lugar, quizá alguien le había robado o amenazado por algo. Debió estar más pendiente del menor.
− ¿Eh? No, nada, es solo que… − ¿Y si le daba la espalda y nunca más lo veía o le volvía a hablar? No. No podía arriesgarse a ello. Pero tampoco quería que su hermano ganara. Maldecía mucho a Jaejoong en ese momento. − ¿Podemos irnos y hablar un poco?
− Sí, por supuesto. –Junsu comenzó a sacar su billetera pero el mayor le detuvo. – Regalo de cumpleaños, ¿recuerdas? –Le sonrió mientras le mostraba su billetera. Se dirigió con la mujer que les atendió y pagó por todo.
Caminaron por un tiempo, apreciando las luces colocadas en los árboles y tiendas por las que pasaban. Junsu regulaba su respiración mientras planeaba cómo decirle a su superior su alocada idea.
− Sunbae… -Detuvo el caminar de ambos. Yunho lo observó, esperaba que pudiera decirle lo que sea que lo preocupara. – Necesito su ayuda. Es algo muy importante pero…
− ¿Pero? –Junsu parecía querer retractarse, pero ya era muy tarde. – No tengas miedo en contarme lo que sucede, Junsu. ¿Alguien te amenazó o te robó algo mientras no estaba? –Junsu frunció el ceño sin comprender.
− ¿Ah? No, para nada… es que no quiero perder su amistad luego de decirle mi problema.
− ¿Te has metido en problemas? –Ahora lo miró más serio. Siempre miró a Junsu como a un hermano menor, a quien cuidar y velar por él. No creía que fuera de las personas que se metieran en problemas serios.
− Al-algo así… −Bajó su mirada, respiró hondo y finalmente volvió a mirarlo a los ojos, soltando todo el valor que había juntado. – Mi estúpido hermano mayor va a salir del clóset justo en la cena de noche buena ¡y yo no puedo permitir eso! Y necesito su ayuda para que finja ser mi pareja esa noche y así hacerlo antes que ese tonto.
Lo soltó muy rápido y por momentos su lengua se trabó. Pero Yunho logró entender lo que le dijo; eso no quitaba que haya comprendido algo.
− ¿Disculpa? –Esperaba haber escuchado bien. Pero, ¿Junsu no habría enloquecido o algo?
− Sabía que diría que no, perdone por meterlo en algo así… −Junsu había comenzado a caminar para alejarse del otro. Sin duda había sido un tonto por creer que el otro aceptaría.
− ¡Espera! –Caminó un poco rápido para alcanzarlo y detenerlo. O aclaraba eso o esa noche se iría con un gran signo de interrogación en su mente. − ¿Puedes explicar qué es lo que tu hermano y tú se traen? Traté, pero no comprendí nada.
− Oh… -Un corto silencio. − ¿Eso significa que acepta? −Lo miró con un brillo en su rostro.
− Explícate, Junsu. –La mirada del mayor lo decía todo. O le explicaba o le explicaba.
− Mis padres tienen la costumbre de hacer una gran cena para noche buena. Siempre quieren que todos sus hijos estén presentes, incluso si tienen pareja y ya tenían algo planeado para esa noche.
− Bien, puedo comprender eso. Pero cómo es que tu hermano…
− Oh, ese idiota… -Junsu interrumpió a su mayor. – Lo escuché hablando por celular con un amigo y dijo que les diría a nuestros padres sus preferencias aunque no tenía a nadie. Así que en eso puedo ganarle.
− ¿Ganarle? –Yunho nunca se imaginó que salir del closet fuera algún tipo de competencia. Y mucho menos entre hermanos.
− Hace unos años otro de mis hermanos hizo una locura y desde entonces nuestros padres son un poco más peculiares respecto a si tenemos pareja o no.
− ¿Y qué se supone que haga? –Yunho seguía sin comprender. Era una total locura. Mayor locura la que hacía al estar aceptando.
− ¿Me ayudará, sunbae? –El mayor asintió y Junsu sentía que obtenía el cielo con ello. − ¡Se lo agradezco demasiado! –Felizmente lo abrazó y dio unos pequeños saltos por su felicidad. – Realmente no tiene que hacer mucho, saludar y ya. ¿No tiene planes para noche buena, verdad? –Su rostro reflejaba miedo en caso el otro sí tuviera algo que hacer para aquella noche que ayudarlo.
− No, Junsu. Salvo estar contigo esa noche. –Yunho rió. Lo máximo que hacía aquella noche era estar un corto tiempo con sus padres para luego regresar a su solitario apartamento.
Junsu deseaba bailar en aquel lugar. No se sentía tan feliz desde que en quinto grado dio su primer beso. Claro, había sido horrible ahora que lo recordaba, pero para entonces creyó que era lo mejor que le podía pasar.
O, y saber que ahora tenía pareja, y una muy buena si tenía que ser sincero, una que le ganaría a quien sea que Jaejoong llevara. Porque siendo honestos, su hermano hablaba con media universidad, pero nunca era algo serio y probablemente se llevaría a cualquiera. Y sus padres no se creerían cualquier tontería.
Yunho era alguien más respetable y serio. Sus padres lo amarían y él amaba saber que tenía una gran ventaja ahora.
19 de diciembre, 12:15pm
Changmin sonrió al mirar la cantidad de platillos que Jaejoong había ordenado para el almuerzo. Más de la mitad eran para él, claro que sacaría ventaja de que Jaejoong le robara su relajante y flojo descanso de la universidad.
Comenzó a comer mientras veía que el otro hablaba al mismo tiempo que veía unas hojas. ¿Acaso le estaba leyendo lo que habían en ellas? Bueno, de ser así se las pediría para ver si eran algo importante, lo realmente importante ahora era mantener a su estómago y corazón feliz mediante la deliciosa comida que tenía frente a él.
– ¿Me estás escuchando? –Levantó su mirada al notar, al fin, silencio. – No me mintieron al decirme que te fascina comer. –Se cruzó de brazos y lo miró enfadado. Changmin debía aprenderse todo lo que diría y haría durante la cena. Pero no, ahora se encontraba tragándose la mitad de lo que había ordenado.
– ¿Comerás algo? –Habló con la boca llena. Lo que Jaejoong quisiera o dijera en ese momento no importaba ya, moriría feliz por tan deliciosa comida.
− Comí antes de venir aquí. –A Changmin no le pareció. Jaejoong tenía una mirada de desprecio a la comida, no le tomó importancia. Ese hombre era más que raro ante sus ojos.
– Bien, dame las hojas y lo que sea que tengan escrito me lo aprenderé. –Changmin parecía un poco satisfecho. Quizá se llevaría lo que quedaba, no desperdiciaría nada de lo que otro le invitara. Mucho menos si se trataba de comida.
− ¡Oye! Debes estar más atento, nos queda una semana para la gran noche y no puedes olvidar nada. ¿Entendido? –Changmin rodó los ojos. Se notaba que no lo conocía de nada.
− Bien, se me hace tarde para el trabajo. –Llamó a un camarero para que le diera lo que sobraba para llevar.
− ¿No tienes clase hoy? –Jaejoong comenzó a acomodar su bufanda y abrigo. Afuera hacía demasiado frío y había olvidado llevar sus guantes favoritos que le aclimataban toda la temperatura corporal.
− No. Pero debo seguir trabajando, así que…
– Ah, sí, por supuesto… −Se levantó del lugar, dándole las hojas con el protocolo de su cena familiar.
− Si piensas hacer una próxima reunión, pide alcohol para poder tolerarte más. –Changmin agradeció por la comida y ambos salieron del restaurante.
− ¿Bebes? –A Jaejoong le encantaba beber incluso si era para charlas casuales o con grandes amigos.
− Sí, bastante. Así que si quieres una competencia, no podrás vencerme.
− ¿Es un reto?
− Dime el día y la hora y yo te diré cuándo será tu fin. –Ambos se sonrieron. Quizá tendrían algo en común para al menos llevarse bien y no por chantajes.
Comedor central, Universidad de Seúl, 3:30pm
Jaejoong se encontraba en una de las mesas del comedor, mirando hacia la bandeja de comida que su amigo Heechul le había
comprado. Media hora atrás tenía hambre, y cometió el error de comentarlo.
Aunque ya no tenía que estar ahí, su amigo había corrido
hacia una clase pero le dijo que no podría levantarse de aquel lugar sin
haberse terminado la comida. O al menos, probado un poco. Pero no quería
hacerlo, ya no le parecía tan rica a como la foto le mostraba.
− ¿Sientes que romperás tu dieta? –Jaejoong se maravilló
por el hombre alto y guapo que ahora se sentaba frente a él con su propia
bandeja de comida. – Comer sabroso no está mal aunque sea una vez en la semana.
− Yo no estoy haciendo dieta. –No recordaba haberlo visto
antes, y se regañó a sí mismo por no haberlo hecho. Ese hombre era totalmente
su estilo para salir, por una noche, pero no quitaba que fuera demasiado guapo
como para presumir su relación.
− Bueno, entonces no entiendo cómo es que ves con odio a
la comida. No te ha hecho nada. –Comenzó a comer, su rostro reflejaba que
disfrutaba cada bocado que daba. Jaejoong deseó ser igual que él.
− La foto mostraba otra cosa. –Alejó la bandeja. Su estómago
parecía protestar por ello pero a la vez le decía que ya no lo quería. Su mente
estaba muy de acuerdo en que ya no debía seguir en aquel lugar.
− ¿Sabías que en las fotografías colocan comida de
mentira? –Jaejoong miró a aquel hombre. ¿Qué estaba tratando de hacer, era un
loco o algo por el estilo? – Lo que trato de decirte es que ni siquiera has
probado un bocado. Quizá es más delicioso de lo que la foto mostraba.
− ¿Sería eso posible? –Volvió a ver la comida. No, sería
imposible que fuera deliciosa. Conocía a la comida y lo único que quería de él
era hacerlo tan grande como una pelota de playa. No, gracias.
− Inténtalo. Siempre tendrás la duda si no lo intentas. –Le
acercó la bandeja y le animó a tomar un bocado, un pequeño para empezar.
– ¡Oh Dios mío! –Jaejoong no se contuvo y dio cinco
bocados seguidos rápidamente. La comida empezaba a enfriarse pero no evitaba
que sintiera lo sabroso y fresco que era todo.
− Oye, tranquilízate. Comer muy rápido puede hacer que te
atragantes. –Lo miraba divertido. Hacia unas caras muy cómicas y tiernas con
cada bocado.
− Perdona por no creer lo que habías dicho. –Jaejoong comenzó
a comer más despacio. – Me llamo Jaejoong.
− Yunho.
− Gracias, Yunho. –Ambos continuaron comiendo y
compartían algunas curiosidades de sus vidas.
Jaejoong olvidó todo lo que tenía en su mente aquella
tarde. Incluso que tenía una clase después de su comida, pero se repondría en
algún momento. Conversar con Yunho le había hecho recordar tantas cosas de su
infancia y la tranquilidad que había perdido.
Quería repetirlo, pero por algún motivo no quería parecer
apresurado ni desesperado el decirle que volvieran a verse. Por suerte Yunho le
había invitado a un café para una próxima vez. El día estaba por verse, pero ya
se habían hecho la promesa.
Eso le bastaba a Jaejoong. Por ahora.
Seúl, 4:00pm
Junsu entró a una cafetería, cansado. Necesitaba un buen té luego de su exhausta práctica de baile. Yoochun le había recomendado aquel lugar pues Sekyung lo había llevado y probaron el té más sabroso de toda Corea.
Ojalá fuera cierto, necesitaba un relajante con urgencia. Pero la mirada del chico que se encontraba al otro lado de la barra ya le tenía un mal presentimiento.
− Ya no tenemos más de ese té. –Junsu quería matar a ese trabajador. ¡¿Cómo le decía que ya no había más de lo que tanto necesitaba?!
− Mira… −Leyó el gafete del trabajador. –Changmin. ¿Cómo es posible que ya no tengan más cuando, según me han dicho, son conocidos por ese té?
− Bueno, porque todos esos tontos se lo creen y vienen a pedir más de lo que se tiene en inventario. –Junsu supo que aquella sonrisa y tono ya no era de amabilidad. – Puede escribir su queja en el libro, o puede hablar con mi gerente. Pero a menos que él vaya a traerlo, o lo mande a usted, no veo otra forma de tener su delicioso y relajante té sino hasta mañana.
Sabía que parecería otro tonto más si se quejaba por ello. Además, ¿por qué otra razón tendría aquel muchacho en decirle que no tenían té? Debían vender, no asustar a los clientes. Miró por unos segundos aquel rostro… ¿sería capaz de ahuyentar a los clientes?
− No, está bien. –Frunció el ceño, ¿y ahora qué pediría? El menú parecía tan extenso para tratarse de un simple café. Justo cuando se animó a preguntarle al trabajador, éste se había marchado para atender a más personas. – Tonto. –Murmuró para sí.
− ¿Todo bien por aquí? –Otro trabajador llegó con Junsu, bueno podría conseguir alguna bebida aunque sea.
− Un amigo me recomendó un té de este lugar pero me dijeron que ya no hay. –Miró hacia el lugar donde se encontraba aquel chico alto, ¿será que lo escucharía hasta dónde estaba? No era muy lejos, pero había mucha gente en el lugar.
− Ah, sí. Nuestro té rojo es muy popular en el país. Ya que lo extraemos directamente de China, se nos dificulta un poco más el tener mayores cantidades para complacer a todos nuestros clientes. –Junsu sonrío cuando el trabajador le ofreció la mejor de sus sonrisas. Ahora sí se sentía apreciado por el servicio. – Pero puedo ofrecerte otros productos igual de deliciosos.
− Oh, me parece perfecto. –Volvió a mirar a su alrededor y ya no notó al otro empleado. Se reprendió a sí mismo por estar buscando a ese chico, no tenía por qué estar haciéndolo.
Era guapo, sí. Pero el otro no había hecho ningún movimiento hacia él, así que no tenía por qué buscarlo con la mirada o estar pensando en su tono de voz y porte que mantenía, y lo alto… ¡vaya que sí lo era!
Él era un poco menor de la estatura media, incluso su hermano gemelo era más alto que él y eso por momentos le hería. Pero por algún motivo comenzó a sentirse atraído por chicos más altos que él. Por ello Yunho le atraía.
Un café le fue llevado y se encontraba disfrutando su segundo trago cuando Changmin llegó nuevamente con él.
− Realmente no te das cuenta cuando coquetean contigo, ¿verdad? –Se encontraba limpiando algunas cosas del otro lado, Junsu colocó su taza sobre la barra.
− Oh, te encuentras molesto porque no noté tu coqueteo, ¿es eso? –Junsu esperaba un sí.
− No, pero Yoonji se aburrió cuando no lo notaste. –Señaló con su cabeza hacia el lugar donde el mencionado se encontraba riendo gustoso con otro cliente. Junsu quería sentirse ofendido o dolido, pero no sintió nada.
− Bueno, parece que solo quiere pasar el rato. –Volvió a tomar del café. Al menos le había dejado una muy buena recomendación para pasar el rato. – No es mi estilo, tampoco.
− ¿Acaso tienes un tipo ideal? –Le parecía divertido. Parecía alguien saliendo a penas al mundo real en busca de alguien. Se notaba su inocencia a kilómetros.
− Más alto que yo, sin duda. Cuando necesitas apoyo o consuelo, con solo colocarte sobre su pecho relaja hasta la peor de tus tormentas. –No supo por qué lo dijo hasta que terminó de hacerlo. No tenía que ser honesto con el otro, lo acababa de conocer. Volvió a tomar más de su café y se lo terminó. – Eso me han dicho. ¿Hay más? ¬–Habló tan rápido para hacer como si nada pasara.
Changmin volvió a servirle una taza más. No pudo evitar ver la clase de café que su compañero de trabajo le sirvió. No fue una mala elección, pero Yoonji siempre utilizaba el mismo café cuando quería conquistar a algún cliente.
− Eso no parece una mala idea. –Ambos se miraron por unos segundos. – Es lindo que todavía pienses así de una relación. –Junsu se terminó su taza de un solo trago.
− Bueno, aquí está lo del café. –Sacó los billetes necesarios. –Dejaría propina pero se me fue negado un servicio. –Changmin rió por ello. Era un chico loco, sin duda.
− De igual forma no lo necesito. Tengo muchos clientes que son muy generosos. –Sonrió mientras contaba el dinero y se dirigía a la caja registradora y así extenderle su recibo.
Junsu se quedó en su lugar, quería decirle adiós pero no sabía por qué. Tomó sus cosas y se marchó.
Cuando Changmin levantó la vista, ya solo vio la parte trasera del otro. Pensó en llamarlo, pero sin duda se fijó en cómo la ropa que llevaba resaltaba en su trasero. Quizá sí debió ser más amable con él. Bueno, para tener aunque sea una muy buena noche.
Miró el papel en su mano y soltó una pequeña risa. Guardaría eso por si en algún caso volvía por ello.
Ojalá fuera cierto, necesitaba un relajante con urgencia. Pero la mirada del chico que se encontraba al otro lado de la barra ya le tenía un mal presentimiento.
− Ya no tenemos más de ese té. –Junsu quería matar a ese trabajador. ¡¿Cómo le decía que ya no había más de lo que tanto necesitaba?!
− Mira… −Leyó el gafete del trabajador. –Changmin. ¿Cómo es posible que ya no tengan más cuando, según me han dicho, son conocidos por ese té?
− Bueno, porque todos esos tontos se lo creen y vienen a pedir más de lo que se tiene en inventario. –Junsu supo que aquella sonrisa y tono ya no era de amabilidad. – Puede escribir su queja en el libro, o puede hablar con mi gerente. Pero a menos que él vaya a traerlo, o lo mande a usted, no veo otra forma de tener su delicioso y relajante té sino hasta mañana.
Sabía que parecería otro tonto más si se quejaba por ello. Además, ¿por qué otra razón tendría aquel muchacho en decirle que no tenían té? Debían vender, no asustar a los clientes. Miró por unos segundos aquel rostro… ¿sería capaz de ahuyentar a los clientes?
− No, está bien. –Frunció el ceño, ¿y ahora qué pediría? El menú parecía tan extenso para tratarse de un simple café. Justo cuando se animó a preguntarle al trabajador, éste se había marchado para atender a más personas. – Tonto. –Murmuró para sí.
− ¿Todo bien por aquí? –Otro trabajador llegó con Junsu, bueno podría conseguir alguna bebida aunque sea.
− Un amigo me recomendó un té de este lugar pero me dijeron que ya no hay. –Miró hacia el lugar donde se encontraba aquel chico alto, ¿será que lo escucharía hasta dónde estaba? No era muy lejos, pero había mucha gente en el lugar.
− Ah, sí. Nuestro té rojo es muy popular en el país. Ya que lo extraemos directamente de China, se nos dificulta un poco más el tener mayores cantidades para complacer a todos nuestros clientes. –Junsu sonrío cuando el trabajador le ofreció la mejor de sus sonrisas. Ahora sí se sentía apreciado por el servicio. – Pero puedo ofrecerte otros productos igual de deliciosos.
− Oh, me parece perfecto. –Volvió a mirar a su alrededor y ya no notó al otro empleado. Se reprendió a sí mismo por estar buscando a ese chico, no tenía por qué estar haciéndolo.
Era guapo, sí. Pero el otro no había hecho ningún movimiento hacia él, así que no tenía por qué buscarlo con la mirada o estar pensando en su tono de voz y porte que mantenía, y lo alto… ¡vaya que sí lo era!
Él era un poco menor de la estatura media, incluso su hermano gemelo era más alto que él y eso por momentos le hería. Pero por algún motivo comenzó a sentirse atraído por chicos más altos que él. Por ello Yunho le atraía.
Un café le fue llevado y se encontraba disfrutando su segundo trago cuando Changmin llegó nuevamente con él.
− Realmente no te das cuenta cuando coquetean contigo, ¿verdad? –Se encontraba limpiando algunas cosas del otro lado, Junsu colocó su taza sobre la barra.
− Oh, te encuentras molesto porque no noté tu coqueteo, ¿es eso? –Junsu esperaba un sí.
− No, pero Yoonji se aburrió cuando no lo notaste. –Señaló con su cabeza hacia el lugar donde el mencionado se encontraba riendo gustoso con otro cliente. Junsu quería sentirse ofendido o dolido, pero no sintió nada.
− Bueno, parece que solo quiere pasar el rato. –Volvió a tomar del café. Al menos le había dejado una muy buena recomendación para pasar el rato. – No es mi estilo, tampoco.
− ¿Acaso tienes un tipo ideal? –Le parecía divertido. Parecía alguien saliendo a penas al mundo real en busca de alguien. Se notaba su inocencia a kilómetros.
− Más alto que yo, sin duda. Cuando necesitas apoyo o consuelo, con solo colocarte sobre su pecho relaja hasta la peor de tus tormentas. –No supo por qué lo dijo hasta que terminó de hacerlo. No tenía que ser honesto con el otro, lo acababa de conocer. Volvió a tomar más de su café y se lo terminó. – Eso me han dicho. ¿Hay más? ¬–Habló tan rápido para hacer como si nada pasara.
Changmin volvió a servirle una taza más. No pudo evitar ver la clase de café que su compañero de trabajo le sirvió. No fue una mala elección, pero Yoonji siempre utilizaba el mismo café cuando quería conquistar a algún cliente.
− Eso no parece una mala idea. –Ambos se miraron por unos segundos. – Es lindo que todavía pienses así de una relación. –Junsu se terminó su taza de un solo trago.
− Bueno, aquí está lo del café. –Sacó los billetes necesarios. –Dejaría propina pero se me fue negado un servicio. –Changmin rió por ello. Era un chico loco, sin duda.
− De igual forma no lo necesito. Tengo muchos clientes que son muy generosos. –Sonrió mientras contaba el dinero y se dirigía a la caja registradora y así extenderle su recibo.
Junsu se quedó en su lugar, quería decirle adiós pero no sabía por qué. Tomó sus cosas y se marchó.
Cuando Changmin levantó la vista, ya solo vio la parte trasera del otro. Pensó en llamarlo, pero sin duda se fijó en cómo la ropa que llevaba resaltaba en su trasero. Quizá sí debió ser más amable con él. Bueno, para tener aunque sea una muy buena noche.
Miró el papel en su mano y soltó una pequeña risa. Guardaría eso por si en algún caso volvía por ello.
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