Nuestra Historia - YooSu

Título: Nuestra Historia
Autor: Marysabel
Pareja(s): YooSu, "leve" MinSu
Extensión: One-Shot
Genero: Romance, Drama, Angst
Sinopsis: El amor; así como tierno y hermoso, destructivo y doloroso. El tiempo; su mejor amigo. Sin el, no puedes hacer nada. Con el, tu amor será eterno. La confianza; lo que más necesitas al tener amor. El perdón; lo más necesario, pero lo que menos se puede dar cuando te han lastimado tanto. El orgullo; el mayor destructivo de toda felicidad.
Advertencia: Muerte de un personaje
N/A: Parte de lo que se presenta aquí sucedió. Necesitaba sacar el nudo de mi garganta.... con otras noticias, se viene el 7mo. Aniversario de YunJae \o/ ya tengo preparado que darles 7u7 porque yo las quiero mucho, mis lectoras :'3 ... solo les anticipo que ando haciendo algo con "The Couple Of The Year"... disfruten ¿?



[Junsu]

¿Por dónde debería empezar?…  no puedo hacerlo por la primera vez que nos vimos, no recuerdo mucho de ese día. Lo que si recuerdo bien, es cuan triste te veías, y cuan bien estaba mi corazón. El solo verte, me dijo que tenía que reparar tu alma y corazón, que yo podría lograrlo.

Nunca me imaginé que de cierta forma, me condenaría.

Pasando los días, nos hacíamos más cercanos. Yoochun, ¿sabes? Me parecías una persona extraordinaria cada vez. Me contaste que la relación de tus padres no fue muy buena, y que sufriste mucho por ella en su momento. Que tenías un hermano menor, Yoohwan. Lo quieres muchísimo, es de las personas principales en tu vida. Y sonreía cada vez que hablabas de tu relación con tu hermano.

Aunque no te lo dije, yo también tenía uno. Junho, aunque no lo conocí por mucho tiempo. Un día, mi familia y yo habíamos salido de paseo. Todo iba bien, hasta que la noche se hizo presente. Regresamos muy tarde a casa, y por la oscuridad y el sueño, mi padre tuvo un pequeño desliz en la carretera, pero como otros carros iban pasando, perdió el control y fuimos a dar cerca de un precipicio.

Todos salimos muy heridos, pero, para mala suerte de todos, Junho no pudo resistir. Mis padres lloraron por demasiado tiempo su muerte, y yo me sentía culpable. Porque tiempos antes de que sucediera el accidente, yo había visto como Junho no tenía puesto su cinturón de seguridad y veía tranquilamente por la vente, y aún no le dije nada y preferí dormirme. Pero nunca les dije nada a mis padres, sentía que me echarían la culpa.

Pero eso no te lo conté. No tenías por qué saberlo. Tampoco es como si me hubieras preguntado. Intentaba alejar todo lo malo de mi vida de ti. No quería que te alejaras, por alguna razón.

Con el tiempo, me llegue a confundir con todo lo que teníamos. Nos abrazábamos, nos dábamos cariñosas palabras, incluso nos besábamos. ¿Qué era  lo que teníamos? Quería saber, y quería saber para no matar a mi pobre mente, y sobre todo, a mi corazón.

El día en que me decidí a decirte todo lo que mi mente pensaba, me encontraba muy nervioso, no era nada fácil, nunca fue nada fácil el decir lo que siento. Era así, y aun me preguntaba si lo sabías o no.

-Cariño, ¿qué pasa? –me preguntaste mientras tomabas entre tus manos las mías, me sonreíste tan cálidamente, que logre relajarme un poco.

-¿Quieres ser mi pareja? –cerré los ojos, mis mejillas ardían y sabía que estaba más rojo que un tomate.

-Creí que ya lo éramos –me abrazaste fuertemente, sabía que sonreías como un loco.

-Solo… quería que no hubiera dudas. Ya sabes… -mordí mi labio inferior mientras me alejaba de tu pecho. Y entonces lo note. Tu mirada confundida.

Y entonces, lo supe. No me conocías del todo aún. ¿Realmente necesitaba decirte todo lo que me pasaba? O ¿Es que ignoraste eso?

¿Qué rayos pasaba por tu mente, Park Yoochun? ¿Por qué al final, al que le costaba leer al otro, era yo?…  

¿Por qué yo tuve que enamorarme de ti como lo hice?

Los días después de ese estuvieron llenos de color. Nos hablábamos y veíamos más seguido. Incluso los besos habían aumentado, y con ellos, las palabras “te quiero” también.

-Te amo. –fue lo que salió un día de mis labio. Aunque me asuste demasiado al ver que no decías nada. Pero intente parecer que no había pasado nada.

Cuando me dejaste en la puerta de mi casa, sabía que me debía dar por vencido, y no sentirme tan apegado a ti.

-Yo también te amo. –me susurraste cerca de mi oído, para luego darme un profundo beso de despedida.

No note cuando mis dedos comenzaron a acariciar mis labios, mientras observaba como te ibas. Y sonreír, como un idiota. Y no por el beso, sino por lo que me dijiste. Sabía que era importante para ti también. Pero luego mi conciencia me dio una mala jugada.

¿Hasta qué punto era importante para ti?

Me dije que no debía de pedir más. Poco a poco me dirías y me harías saber todo lo que significó para ti.
Y no fue hasta que un día llegaste de sorpresa a mi casa. Yo me encontraba en una especie de transe, o al menos, eso decían todos para “protegerme”.

Desde hace un tiempo atrás, que había buscado la manera de herir mi cuerpo. Pero no fue hasta ese día que pude hacerlo. La primera vez que me autoagredí, y tú lo viste todo. Mi madre había botado un jarrón por accidente, y cuando fue en busca de algo para recogerlo, yo tome uno de los pedazos y corrí a mi habitación.

Ver la sangre salir de mi muñeca me creo una sensación extraña. Sabía que no hacía bien, pero aun así seguí, sentía que parte de mi dolor se iba. Era algo adictivo. Destruirme a mí me hacía sonreír, de alguna forma.

De pronto sentí como la puerta se abrió de golpe. Eras tú. Cerraste rápidamente y pusiste seguro, para luego correr hacia mí y quitarme aquella hermosa arma para mí. Me viste con ojos preocupados y vi unas lágrimas retenidas en tus ojos. Me sentía culpable, no quería hacerte sentir así.

-Yoochun… -intente quitarte tus lágrimas, ignorando el fuerte dolor que comenzaba a sentir en mis muñecas.

-¡¿Por qué diablos lo haces?! –me vio enfadado, llevándome al baño de mi habitación, buscando algo en el botiquín mientras yo esperaba sentado en el inodoro.

-No lo entenderías… -baje mi mirada, mi inseguridad volvía.

-¿Qué no entendería? –tomaste mis muñecas muy fuerte, me queje por ello. -¿Qué eres alguien muy inseguro y que lo último que ve es lo que vale y brilla para todo su alrededor? –comenzaste a curarme, pero solo alejaba mis muñecas, no quería que siguieras, era algo que yo había decidido.

-Yoochun… detente. –y no era para que te callaras, era para que dejaras de verme tan acusadoramente, porque también había dolor, y no quería hacer ser el culpable de ese dolor en ti. –Esto es lo que hay… ¡¿no lo ves?! ¡No puedo cambiarlo! –no sé porque reaccione así.

-Yo no dejare que esto vuelva a pasar. –me abrazaste fuertemente. –Y no les diré a tus padres solo para que me cumplas.

-¿Qué? –quería alejarte de mí, pero amaba tanto tu contacto, que desistí de ello.

-No vuelvas a lastimarte, ni siquiera vuelvas a pensar así de ti. Haré que confíes en ti. –no dije nada, ni siquiera asentí o algo. Pero tú lo tomaste como un sí. Y al final suspire, aceptando lo que vendría.

Decir que me hizo muy feliz lo que vino después, sería muy poco. Realmente mi corazón saltaba de alegría al ver todo lo que me dabas. Tarjetas, peluches, rosas. Cada detalle me hacía morir de amor por ti. Todos tenían un mensaje de amor hacia mí. Y yo lo agradecí, cada uno como se debía.

Pero como dicen que nada es para siempre. Lo mismo pasó para nosotros. Comenzaste a trabajar y tu tiempo se redujo el triple conmigo, o así lo sentí, porque comenzaba a sentirme dependiente de mí, y eso era malo, demasiado.

Y con lo mismo, tus mensajes de amor fueron desapareciendo. Estuve una noche pensando en si había hecho algo mal, una sola cosa que te haya molestado, porque tampoco hablábamos tanto. Eso me frustraba mucho. Mi inseguridad me consumía cada segundo.

Y entonces volví a hacerlo… sin darme cuenta, había tomado un cuchillo de la cocina, y me encerré en mi baño, estaba semiinconsciente de lo que hacía. Pero solo quería sentirme bien, así que me corte, de nuevo. Olvide toda frustración que sentía. Olvide todo dolor que sentía al no tenerte a mi lado. De pronto, todo se sentía bien.

Mis lágrimas me acompañaron cuando termine, viendo como la sangre se iba por el desagüe de mi baño. Abrace mi cuerpo, sintiendo mi soledad. Salí de mi habitación y escuche mi celular sonar. Eras tú, el que llamaba eras tú. Y no lo podía creer, era muy tarde, ¿por qué llamabas? A esta hora llegas a tu casa y te vas rápidamente a dormir. Lo sabía, porque estuve mucho tiempo observándote, aunque sabía que estaba muy mal. Pero me daba un poco de  tranquilidad.

-Junsu, ¿por qué tardaste en responder? –tu voz se escuchaba cansada, y lleve mi mano libre hacia mi boca para que no escucharas mi llanto.

-Nada… solo, estaba… bañándome. –hable lo más normal posible. Escuchaba como arreglabas algo, supuse que te acomodabas para dormir.

-Mañana tendré un día libre. Estaremos todo el día juntos, ¿está bien? –te respondí débilmente, diciendo que ya era hora que descansaras, y para mi suerte, aceptaste.

Deje mi celular en el sofá lejano a mi cama, y me acosté rápidamente en ella, abrazando mi cuerpo, tratando de que algo de tu calor me rodeara, aunque no estuvieras a mi lado. Quería sentirte.

Al siguiente día, me sentía nuevo, me sentía como aquel chico alegre que nunca dejo de serlo. Y es que estaría contigo gran parte del día. Cuando escogí la ropa que usaría, trate de buscar una camisa manga larga, no quería que notaras lo que me había hecho.

Llegaste muy temprano a recogerme, pero solo pude saludarte con una enorme sonrisa y un tierno beso, te veías tan guapo con aquella ropa. Reí. Tú te veías tan guapo con todo. Estuvimos gran parte del día caminando de un lado para otro, visitando varios lugares hermosos. Y en cada uno nos tomábamos fotos memorables. Vi una enorme sonrisa en ti por verme tan feliz.

Sabía lo que tus ojos decían, hace tiempo que no me veías así de feliz, ¿verdad? Yo tampoco sabía desde cuando había comenzado a ser una persona triste y solitaria. Te acercaste lentamente a mí, sin apartarme la vista, me puse algo nervioso, dirigiendo mi mirada hacia varios lugares, menos tu rostro.

Sentí como tu rostro se acercaba cada vez al mío, y me sentía morir ahí mismo. Y me besaste, como hace mucho tiempo no hacías. Tomaste de mi muñeca para acercarme más a ti, pero solté un quejido, haciendo que detuvieras toda acción y prestaras total atención a mi muñeca.

Rápidamente levantaste la manga de mi playera, no sabía qué hacer, por lo que solo te observe, esperando tu reacción.

-¿Lo volviste a hacer? ¿Cuándo? –me veías enojado. Solo atine a bajar mi mirada, no quería ver tu rostro mientras me regañabas y sentías dolor al mismo tiempo.

-Anoche… -respondí débilmente. Levantaste la otra manga para ver mi muñeca y ahogaste un grito.

-¿Antes o después? –se refería al momento en que lo hice partiendo de su llamada.

-Antes. –se alejó un poco  de mí y yo acomodo nuevamente mis mangas, tratando de ocultar lo que había hecho.

-Junsu, ¿qué pasa? Sabes que he estado demasiado ocupado en el trabajo, no porque yo quiera dejarte. ¡Rayos! Que yo quiero estar contigo a cada momento, pero simplemente no sé puede, ¿entiendes? –yo asentí débilmente.

-Lo entiendo totalmente, no te estoy exigiendo que dejes todo y estés solo para mi… así no funciona… -susurre lo último.

-¿Entonces? ¿Qué pasa? ¿Qué sucedió para que volvieras a hacer esto? ¿Por qué tu desconfianza? –me miraba fijamente, queriéndome leer.

-Tus tarjetas… -parecía no comprender. –Siento que… me volví dependientes a recibirlas, me hacían falta y pensé que perdías el interés en mí. –mentí, o parte al menos.

Me estaba volviendo dependiente de ti, Yoochun. Todo lo que venía de ti, tenía que ser a cada momento. Y estaba mal, yo más que nadie sabía que estaba todo mal.

Pero quería seguir, porque te necesitaba.

Me llevaste a casa, sin decir mucho. Al entrar a mi habitación, lo primero que hiciste fue besarme. Cuanto necesitaba eso. En cada beso me transmitías todo el amor que sentías, toda seguridad y confianza. Me deje llevar por ti hasta la cama, donde recostaste mi cuerpo y seguiste besándome.

Me sentí un poco desilusionado al ver que te apartabas, dándome un beso en la frente para luego acomodarme bajo las sábanas.

-Descansa. Me iré hasta que te duermas. –volviste a darme otro beso y yo asentí.

-Yoochun. Yo te amo. –sonreís débilmente y cierro mis ojos, dando paso al sueño que mi cuerpo sentía.

A la mañana siguiente, me levante muy temprano, y cuando busque algo que ponerme, me di cuenta que la mayoría de mis playeras con manga larga no estaban. Busque por todos lados, me sentía frustrado, enojado. 
Y pensé en Yoochun. Tomé rápidamente mi celular y lo llame.

-¿Amor? -¿Por qué ahora te sentía un descarado?

-¿Qué hiciste con ellas? –si realmente fuiste tú que se las llevo, sabrías de que hablaba en ese momento.

-Las volverás a ver cuándo dejes de dañarte. –claro que fuiste tú. ¡Tonto!

-¡Idiota! –corte la llamada. Estaba tan enojado contigo. Al hacer eso, cabía en la posibilidad de que mis padres lo notaran. O puede que no, se la pasan trabajando todo el día…

Al llegar la noche, llegaste nuevamente a mi casa, y yo no quise recibirte, pero subiste a mi habitación, y sin permiso alguno entraste.

-Junsu, escúchame. –te daba la espalda, me encontraba acostado en mi cama.

-Vete. No quiero verte. –tape mi rostro con mis sábanas, esperando que te fueras.

-Cariño… -odiaba cuando me llamabas así, y más en ese tono. Tan cariñoso, lleno de amor. Ese tono tan deseable para mí. Lentamente me quite las sábanas de mi rostro y gire mi cuerpo para verte. Me sorprendí al encontrarte frente a mi rostro.

-Yoochun… -me sonroje totalmente, y sonreíste.

-Eres muy lindo ¿sabías? –me diste un tierno beso en la mejilla, pero yo no la quería en la mejilla. Hice un puchero y reíste, sabías del porqué de ello. -¿Lo quieres en los labios? –asentí sonrojado. –Pero debes de prometerme algo, ¿bien? -¿qué me pedirías?

-¿Qué cosa? –y cedía ante ti, como siempre.

-No volverás a hacerlo. –lastimarme… era lo que menos querías. Pero, ¿sabes? Esto también es tu culpa. Eres el responsable de mi seguridad, y sin ti, todo se desmorona. Eres mi todo Yoochun. No soy nada sin ti… así que…

-Pero debes estar conmigo siempre. –no hable tan alto, ni tan desesperado. Lo dije como si te estuviera diciendo cualquier cosa. Pero tu rostro me decía otra.

-Siempre estaré contigo, cariño. –me diste un beso en la frente y te acomodaste en la cama, esperando que dijera algo o me quedara dormido, no lo sé.

-Yoochun… lo siento… estoy haciendo las cosas más difíciles para ti. –se notaba muy cansado, su trabajo lo consumía demasiado y yo hacía que se sacrificara más… soy una mala persona.

-Sah… estoy aquí. Solo descansa. –cerraste tus ojos, y te seguí, no quería saber más de lo malo que era.

El tiempo pasaba, y había días en los que no tenía duda que me amabas tanto. Yoochun, podía sentir muy bien tu amor hacia mí. Pero había otros… y odiaba sentirme así. ¿Por qué me hacías eso? Si yo te amo tanto… Chunnie~

-¡Chunnie! –me tiré a tus brazos cuando te vi. Quedamos en juntarnos en el parque que quedaba cerca de mi casa. Ya llevábamos semanas sin vernos, y aprovecharíamos este descanso que habías tenido,  y que por suerte, mis exámenes habían terminado.

-Junsu, bebé. –me brindaste esa sonrisa, la que me enamoraba cada día. Te vi muy sonriente, a la espera de algo. Pero no pasaba nada, comenzaba a desilusionarme.

-¿No tienes algo que darme? –mordí mi labio inferior, nervioso.

-¿Un beso? –soltaste una risita y yo solo baje la mirada. Aún me pregunto si lo notaste o no. Pero tomaste mi rostro y me besaste, no pude negarme, no puedo negarme a nada que viene de ti.

-No… no exactamente. –me viste confundido. Suspire. –Olvídalo, lo importante es que estaremos juntos. –sonreímos, al menos no mentía con eso.

-Me alegra ver que están desapareciendo. –hablabas de mis cicatrices. Íbamos tomados de las manos, por suerte en este parque no iba mucha gente, por lo que yo te permitía tomarme de la mano.

-Es por ti, y tu amor. –te sonreí con toda sinceridad. Porque así era, todo te lo debía a ti, porque ibas construyendo poco a poco mi confianza, esa que creía perdida.

-También tienes que ver en esto. –nos detuvimos cerca de un árbol, me acorralaste en él y reí. -¿Qué es lo divertido? –reíste también.

-Estas igual o más desesperado que yo, ¿cierto? –enarque una ceja divertido. Y te bese apasionadamente, yo también lo necesitaba.

-Aquí no pequeño. –bufe. –Es por nuestra protección, la tuya, principalmente. –asentí de mala gana. Olvidaba lo protector que eras. Y todo porque aún era menor de edad, aunque pronto tendría los 18 años, pero aun así seguías cuidándome mucho.

-¿Nos vamos, entonces? –te sonreí mordiendo un poco mi labio inferior.

-No. Mejor sigamos paseando. –me resigne. Cuando decías no, era no. Con un puchero te seguí, aunque mi mal humor se esfumo cuando me la pase tan bien contigo.

Lo que pasaron en las siguientes semanas, marcaría algo crucial en nuestra relación. Algo que de una u otra forma, no quería que pasara.

Un nuevo chico había ingresado a mi salón, era muy atractivo, lo note desde que entro al salón, ¿por qué te negaría algo así? Incluso yo veía como mirabas a otros chicos y chicas en mi presencia, así que, ¿por qué tendría que sentirme mal ahora por ver atractivo a ese chico?

Se llamaba Changmin. Logre saber su nombre, gracias a que se había sentado a un lado mío. Parecía muy amigable, y congeniamos de una sola vez. Aunque me sentía un poco inseguro, pero me dije que esta sería la primera amistad que conseguía por mi propia cuenta. Y no como con Jaejoong y Yunho, que los había conocido gracias a ti.

Debo decir que Changmin hizo que olvidara gran parte de mis preocupaciones, me divertía mucho al estar con él. Que era casi todos los días, excepto cuando te miraba. Aunque sin notarlo, Changmin jugaba con mi mente. Y no sé cómo, me volví adicto a él.

Había llevado a Changmin varias veces a mi casa, que mis padres no estuvieran era una gran ventaja para mí. Siempre hacíamos algo para pasar el rato. Hasta que un día él me beso. Después de eso, todo pasó. Los días que me visitaba eran para pasárnosla besándonos. Incluso llegamos a más, ese día, el que tanto odio con mi alma.

El día en que Changmin y yo tuvimos sexo. El día en el que tú nos viste cuando llegaste a mi casa. El día en que me sentí morir. El día en que te perdí para siempre.

El muy cobarde de Changmin me dejo tirado en la cama cuando te vio. Yo te observaba, sin expresión alguna, pero notando a lo que había llegado. Yo, que tanto he odiado la infidelidad. Yo, que tanto juraba amarte. Te fui infiel, pero te seguía amando. Te sigo amando.

Merecía todo lo que me dirías, pero lo único que pronunciaste fue un “No quiero hablar ahora, si lo hago, me arrepentiré después.” Me dolió tanto. Pero sin vergüenza alguna, aún busque por tu perdón, algo que nunca conseguiría.

Pero no paso mucho cuando me volviste a hablar. Solo una semana. Muy poco para lo que nos pasó. Y fuiste tú quien tomo el paso. Yo lo único que hice todo ese tiempo fue llorar. Llorar por lo estúpido que fui. Desde ese día mis cosas con Changmin también fueron diferentes. Solo hablaba con él respecto a los estudios o cuando él trataba de que volviéramos a lo de antes. Pero lo ignoraba, le decía que se fuera de mi vida. Y al menos, lo hizo.

Pero sabía que desde ese día en que me dijiste que me amabas demasiado como para estar lejos de mí, parte de ti estaba muy dañado. Yo merecía que nunca más volvieras a mí. Porque te demostré cuan mala persona puedo ser. Desde ese día, me sentía peor cosa a tu lado. Porque así era.

Tú eres una estrella a mi lado. Un ser tan perfecto, Yoochun. Yo no.

Si me pidieran describirnos en dos seres. Tú serías el ángel y yo el demonio. Porque es así. Aunque en su momento me dijiste que no. Que yo también era un ser hermoso, y que valía demasiado. Pero luego de eso, ya no lo escuche más de ti.

Desde ese día, me dije que ya no tenía ningún derecho sobre ti. Que hicieras lo que hicieras, yo no podía reclamarte. Y entonces volví a hundirme en mi miseria. Pero ahora tú ya no estabas para levantarme. Porque ya nada sería lo mismo.

Jaejoong trato de animarme, él había notado que aquel brillo en mis ojos no eran el mismo. Me dijo que te diría sobre esto, pero le rogué para que no te enteraras, que ya no valía la pena el que tú supieras lo que me pasaba, porque lo merecía.

Merecía cada cosa que no hacías para mí. Cada rechazo, cada salida fallida. Lo merecía todo.

Porque te falle Yoochun. Y nunca podré reparar lo que te hice. Y me di cuenta cuando nos juntamos un día que tenías libre. No sé cómo mencionaste que aún sentías miedo y desconfianza al estar a mi lado. La sonrisa que te brinde para tranquilizarte fue la más falsa que en toda mi vida he dado.

Te dije que podía regresar solo a casa, que no habría problema, esperando que me dijera que no, que tú me llevarías para asegurarme que todo estuviera bien. Pero no, aceptaste sin más y te fuiste. Fingí una sonrisa en todo el camino de regreso a casa. Que estúpido era.

Nada más llegue, me encerré en mi cuarto y lloré por mucho tiempo. Hasta que recordé algo que me hacía sentir tan bien. Hace un tiempo había comprado una cuchilla, sabía que la utilizaría. Fui hasta el cajón que estaba al lado de mi cama y el saque. El solo verla me dio un poco de paz, pero no tanta como cuando me di mi primer corte. El primero desde hace mucho tiempo atrás. Me sentía mejor, pero las lágrimas no paraban.

Porque pensaba en que ahora ya no me ayudarías a superar todo esto. Que, ahora sí, ya estaba solo en todo. Pero no te culpo, estabas en todo tu derecho de comportarte así. Porque al final, yo era el único culpable.

De mis desgracias, de mi infelicidad, de que estuvieras dañado.

Todo, absolutamente todo, es mi culpa.

Por eso, hoy he tomado la decisión de hacer esta carta, para despedirme de ti. Yoochun, yo te amo,  te amé y siempre te amaré.

Lo que sucedió con Changmin, aún me sigo preguntando que fue, pero nunca me cansaré en susurrar un “lo siento” en silencio. Porque ya no tengo valor para decírtelo. Todo se fue, cuando dejaste de preocuparte por mí.

Gracias por todos esos buenos recuerdos, Yoochun. Te llevaré siempre en mi corazón, y solo espero que encuentres a alguien que te amé demasiado, que pueda sanar tu corazón, porque lo necesitas y lo mereces. Hasta luego, Yoochun.

El que siempre te amará, Kim Junsu.

~ * ~ * ~ * Nuestra Historia ~ * ~ * ~ *

Yoochun arrugo aquella carta en sus manos, con pequeñas lágrimas en sus ojos. Ya era la cuarta vez en ese día que la leía. Hace una semana que había recibido aquella carta, desde que se había enterado de que Junsu había entrado en coma en su intento de suicidarse.

Sus padres, con todo el dolor del mundo, le habían entregado aquella carta que encontraron en su escritorio. Yoochun aún no podía comprender como es que había llegado a ese punto. Él amaba a Junsu, porque realmente lo amaba. Pero el amor se puede deteriorar con todo lo que pasa alrededor de una pareja.

Él no había tenido el valor para ir a visitarlo en el hospital. Sentía y sabía que parte de todo lo que había pasado, era su culpa. Aunque de una forma involuntaria. Pero gracias a su comportamiento llevo a que Junsu hiciera eso.

Suspiro mientras arreglaba su ropa otra vez, se había decidido ir a visitar a Junsu ese día. Tenía que ir a disculparse aunque sea una vez.

Camino al hospital, se topó con Changmin, a quien no le dio una grata mirada.

-Tenemos que hablar. –le dijo Changmin sin expresión alguna.

-Yo contigo no tengo que hablar de nada. –iba a alejarse de él cuando Changmin lo detuvo tomándolo del brazo.

-Si se trata de Junsu, sí. –Yoochun se quedó parado, indicándole que comenzara a hablar. –Él realmente te amaba. Siempre me lo dejo en claro, a pesar de lo que hicimos.

-No sé porque me dices eso. –lo vio molesto.

-Porque yo si llegue a amar a Junsu. –se creó un corto silencio. –Y porque yo no puede hacer que saliera de su sufrimiento. Aunque nunca te había visto en persona, siempre tuve envidia de todo el amor que él tenía para ti. Y ahora que él será desconectado… -Yoochun lo vio sin comprender.

-¿Qué? –Changmin lo vio sorprendido.

-¿No lo sabías? –bufo molesto. –Creí que lo visitabas todos los días, en nombre del amor que alguna vez le tuviste. –lo vio con odio.

-Tú no sabes nada. –le contesto muy molesto.

-Quizá no. Pero si sé, que si fueras tú el que estuviera en esa cama, Junsu no te dejaría solo ni un momento. En cambio, si yo hubiera estado ahí… Junsu solo me hubiera visitado pocas veces, porque me odia.

-Ese no es mi problema.

-Claro que no. Pero al menos, quiero que él se vaya sin odiarme, sin que yo me sienta tan culpable por todo. Por haberme aprovechado de su sufrimiento y de tu ausencia. –Yoochun bajo la mirada. Todos habían sido culpables en ello.

-Tengo que irme. –pero Changmin se lo impidió nuevamente.

-Solo recuerda lo que te dije. Junsu no es el único culpable aquí, y hasta podría decir, que es la mayor víctima en todo. –Changmin lo soltó y lo dejo ir.

Yoochun llego al hospital totalmente sumergido en sus pensamientos, y de no ser por los fuertes gritos de la madre de Junsu, no hubiera salido de ellos.

-¡No! ¡Aún no por favor! –la madre de Junsu se encontraba en el suelo, sosteniendo los pies del doctor. Su esposo, al lado de ella, trataba de que se controlara, conteniendo de no llorar.

-Querida… por favor. –su esposo comenzó a llorar también. El único hijo que les quedaba iba a ser desconectado.

Yoochun sintió como si un balde con agua fría le caí encima. Camino lentamente hasta entrar a la habitación, sin ser notado gracias a que intentaban tranquilizar a la madre de Junsu. Cerró la puerta luego de entrar y se congeló al ver a Junsu en ese estado.

A su mente solo venían imágenes del Junsu alegre y extrovertido que conoció. Aquel que lo había ayudado en sus peores momentos, para que tuviera una sonrisa en su rostro. Aquel que lo amo con todo su corazón. Pero que en los últimos tiempos no había nada de brillo en sus ojos. Sus sonrisas falsas eran más frecuentes. Pero su amor seguía.

Y muchas lágrimas traicioneras comenzaron a adornar el rostro de Yoochun. Con toda la fuerza que le quedaba, se obligó a no caer al suelo. Miraba fijamente a Junsu. Al Junsu que tanto ama. A quien le debe mucho, pero que sobre todo, al que le debe un perdón. Por haber sido culpable de que estuviera allí.

Por hacer que la poca confianza que le quedaba, se destruyera por completo. Por no haber intentado saber del porqué de su traición. Porque sabía muy bien que no lo había dejado de amar. Porque era así, Junsu lo ama.

Y no quería que se fuera. Lo quería a su lado aún. Y todo el tiempo que quedaba por vivir. Porque lo ama. Como un loco. Y que sabía que su vida sin Junsu no sería igual, porque siempre lo había sabido, pero su orgullo le impedía dar otro paso.

-Junsu… soy yo. –dijo intentando que sus lágrimas no le impidieran hablar. –Sé que has de escucharme. Y por eso, te pido perdón por no haber podido venir antes… sabes, yo… leí tu carta. –trago duro, mientras se colocaba a un lado de la camilla del otro y le tomaba la mano. –La que me dejaste… donde cuentas nuestra historia…

Yoochun comenzó a llorar más fuerte y dejo de escuchar los gritos de la madre de Junsu, pensando que se la llevaron a otro lugar para calmarla. Respiraba lentamente para tranquilizarse, diciendo que tenía que terminar de hablar con él.

-Lamento tanto el haberte hecho todo esto… -llevo una de sus manos al rostro del otro para acariciarlo lentamente. –Por no haber puesto nuevamente mi amor hacia ti primero… yo te necesito tanto a mi lado… tienes que volver.

Cerro un momento sus ojos, comenzaban a arderle por sus lágrimas, y el solo ver a Junsu, hacía que no tuviera fin todo su dolor. Intento pensar en los mejores momentos que tuvo con Junsu. Pero eso lograba que llorara más.

Abrió nuevamente sus ojos cuando escucho que la máquina que controlaba los signos vitales de Junsu comenzaba a sonar más rápido.

-¿Junsu? –pregunto algo curioso, viendo como aquellos números aumentaban cada vez más.

Y entonces sintió como su mundo caía. Por alguna razón, sentía que moriría ahí mismo.

Porque ante sus ojos, Junsu había abierto los suyos y lo observaba fijamente. Como pudo, quito sus lágrimas y corrió hacia la puerta, abriéndola como pudo por los nervios. Gritando por las enfermeras o alguien que lo ayudara.

Volvió al lado de Junsu, quien intentaba quitarse la mascarilla de oxígeno.

-No, Junsu, espera… vendrán a ayudarte. –le tomo de las manos para tranquilizarlo.

-Yoochun… gracias… -dio una sonrisa y las lágrimas volvieron al rostro de Yoochun. –Te amaré siempre…

-No… no digas eso. Vamos, tranquilo, ya vendrán a ayudarte. –Yoochun sintió su corazón quebrarse cuando Junsu movió lentamente su cabeza en negación, para luego, ir cerrando sus ojos lentamente. –Junsu… ¡Junsu!

Y todo se destruyó para Yoochun, al escuchar como aquella máquina, indicaba que el corazón de Junsu se había detenido.

Yoochun se tiro al suelo a llorar, varias enfermeras tuvieron que sacarlo de ahí. Salió llorando del hospital, caminando sin rumbo. Su Junsu había muerto, pero se había despedido de él, y eso era lo que más le dolía. Porque aún se culpaba de todo. Por haber dejado que su orgullo lo dominara. Por no haber visto cuan destruido estaba Junsu por su culpa.

La lluvia acompaño a Yoochun en su dolor. Y no le importo si se empapaba. La persona a la que tanto amó, ya no estaba a su lado. Y ya nada tenía sentido para él.

“PD: Yo estaré bien s tú te encuentras bien. Recuerda mi sonrisa en tus momentos difíciles. Claro, si no conseguiste otro amor. Aunque entenderé si me olvidas aunque no tengas a otra persona a tu lado. Pero yo, donde sea que me encuentre, pediré para que seas feliz. Porque lo mereces.
Yoochun, no pienses que esto es tu culpa. Porque esto solo pasó por mí. ¿Si? Yo me voy, dejando ahora tu felicidad a tu cargo. Y quiero que así sea.

Porque te amo. Y nunca deje de sentir amor por ti.”

Yoochun sonrió con ironía al recordar aquella parte de la carta. Él tampoco dejaría de amarlo. Él no podría conseguir felicidad si no lo tenía a su lado. Como tampoco lo olvidaría nunca. Porque Junsu era su todo.

Era sus días y noches. Su felicidad y tristeza. Su tranquilidad y pena. Sin Junsu se sentía morir. Sin Junsu, no era nada. Y ahora no sabía que sería de él. Únicamente caminaba, ya sin alma, sin corazón. Únicamente caminaba para alejare de aquel hospital, de aquel lugar que tanto mal le hacía. Caminaba, para alejarse de los recuerdos dolorosos. Pensando únicamente lo feliz que fue al lado de Junsu.

Deseando volver atrás en el tiempo y dar el doble de su amor. Quería volver en el tiempo, para decirle a Junsu cuanto lo amaba, para darle más de todo lo que merecía. Porque todo eso había sido su culpa. Por su falta de atención en él. Eso era lo que pensaba. Porque eso era lo que realmente sentía. Que él único culpable de la muerte de Junsu, de su querido Kim Junsu, fue él. 

Park Yoochun.

3 comentarios:

  1. MY FEELSSSS~

    Es que~ Primero que nada debo decir que me sentí muy identificada con JunSu~ Hay cosas que pasan por algo y justo ahora me siento como él~ A veces por más fuerte que el amor sea hay debrayes mentales que te hacen quebrarte~

    Y segundo~ Perdón pero no puedo evitarlo~ PINCHE CHANGMIN ewe Digo amándolo o no jamás debió permitir que pasara~ Cuando un corazón no te pertenece no puedes hacer nada XD

    Gracias~ He chillado mi vida con este shot~ Lo ame muchisimo~ >3<♥

    ResponderBorrar
  2. Triste, melancólico, de mucho sufrimiento aunque en ocasiones alegre ante la felicidad de ellos, eso me hiciste sentir con esta lectura.
    Gracias.

    ResponderBorrar
  3. por dios!... :'( no pude evitar soltar el llanto! no se que decir simplemente que ha sudo hermosamente fatal...
    Creo que En el amor no siempre hay finales felices y este es uno de ellos siertamente me senti identificada con la historia ya que alguien que conoci ha hecho lo mismo que Junsu y vale que al leerle tu fic por un momento me crei sentir lo que el chico en este caso Yoochun ha sufrido... :'( vale que mas decir que ha sido un exelente fic y que me deves una caja de toallitas por tanto que me ha echo llorar tu historia... okno ^^

    ResponderBorrar

¡Gracias por dejar tu comentario!